Bagdad. AFP. La caída de Ramadi, capital provincial de Al-Anbar , ha evidenciado el fracaso del primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, a la hora de poner en marcha una fuerza operativa para hacer frente al grupo yihadista Estado Islámico (EI), estimaron analistas ayer.
Al-Abadi, jefe de las Fuerzas Armadas iraquíes, se ha estado esforzando por hacer de la provincia de Al-Anbar una zona donde grupos armados procedentes de tribus sunitas podrían unirse y luchar bajo sus órdenes.
Una primera unidad de 1.180 combatientes sunitas integrados en el seno de las Unidades de Movilización Popular (los Hached ), coalición paramilitar antiyihadista de mayoría chiita, entró oficialmente en servicio, ayer, en la base de Habaniyah, al este de Ramadi. Empero, esa base hervía ayer de combatientes chiitas , llamados por el primer ministro, después que el EI reconquistara Ramadi y se produjera una retirada caótica del Ejército iraquí.
El intento de hacer cooperar a combatientes sunitas y chiitas “es un error de cálculo del comandante en jefe” (al-Abadi), opinó el experto iraquí Ihsan al-Shamari.
“Quería dar voz a los estadounidenses y un espacio mayor a los miembros de las tribus (sunitas), pero cuando se está en guerra contra grupos extremistas, no se pueden hacer cálculos políticos o elaborar un equilibrio entre poderes internacionales y regionales; lo que cuenta es no perder terreno”, argumentó.
Desaprobación. Por su parte, el Departamento de Defensa estadounidense afirmó ayer que la caída de Ramadi en manos del EI es un “retroceso”, pero aseguró que el Gobierno iraquí, apoyado por fuego aéreo estadounidense, recuperará esa ciudad.
“Hemos reiterado que habría avances y retrocesos. Este es un combate sangriento, complejo y difícil y habrá victorias y retrocesos. Este es un retroceso”, dijo el vocero del Pentágono coronel Steven Warren, quien agregó: “Recuperaremos Ramadi”.
La caída de Ramadi , a unos 100 kilómetros al oeste de Bagdad, es la peor derrota militar que ha sufrido el Ejército iraquí desde que se inició, a principios de año, la ofensiva para los yihadistas.
Las Unidades de Movilización Popular tiene por objetivo dotar a los combatientes voluntarios y a las milicias apoyadas por Irán de un estatuto legal y un comando centralizado.
Aunque los Hached están oficialmente al mando de al-Abadi, este tiene, de facto , un poder limitado sobre ellos, estima Ayham Kamel, director de Oriente Medio del gabinete de análisis de riesgo Eurasia Group.
El control de Al-Anbar es considerado estratégico por los grupos chiitas para asegurar sus sitios sagrados dentro del país.