Brasilia. AFP. A la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, le interesa mucho el éxito de la Copa del Mundo, que se celebra a las puertas de las elecciones de octubre, cuando buscará la reelección.
Del 12 de junio al 13 de julio, el mundo mirará a Brasil –32 selecciones se juegan el título– y a Rousseff, pendiente de la aprobación o condena por la organización de un torneo al que le llueven críticas por los atrasos y el alto costo de obras.
La elección de Brasil en el 2007 para ser sede del Mundial parecía la coronación de un momento de oro para el país que ganaba admiración en el mundo por sus programas sociales y protagonismo internacional, en la primera liga de las economías emergentes.
El gigante de grandes deficiencias de infraestructura prometía un legado de carreteras, aeropuertos, metros y estadios.
Sin embargo, hoy los brasileños no parecen estar tan convencidos con el Mundial ni con el Gobierno. En el país del fútbol y que ha ganado más Copas del Mundo (cinco), el 66% estima que la actividad deportiva traerá más inconvenientes que ventajas.
Una ola de huelgas y protestas sacude actualmente a Brasi l, con varios sindicatos y sectores de la izquierda radical presionando al Gobierno por alzas de sueldo.
No obstante, las manifestaciones son mucho más reducidas y muy diferentes de las de j unio pasado , cuando una espontánea revuelta social sin liderazgo político dejó atónito al mundo durante la Copa Confederaciones, contra el gasto público para la Copa ($11.000 millones) y pidiendo que fuese redirigido a salud, educación y transporte.
Altibajos. La popularidad de Rousseff ha tenido muchos vaivenes en los últimos meses: cayó en picada tras las protestas de junio, subió luego con un plan para llevar miles de médicos extranjeros a lugares remotos del país y promesas en salud, y volvió a caer a inicios de año.
La última encuesta Ibope de mayo muestra a la presidenta con una recuperación de tres puntos, con 40% de intención de voto, pero a sus rivales ganando terreno y mejor posicionados. Para ganar en primera ronda, el candidato precisa la mitad más uno de los votos válidos.
El senador socialdemócrata Aecio Neves (apoyado por el exastro Ronaldo, integrante del Comité Organizador Local de la Copa) alcanzó un 20% (6 puntos más que en abril) y el socialista Eduardo Campos, 11% (5 puntos más).
¿Estará ligado el destino político de la mandataria al de la Seleción, como muchos sugieren?
Aunque una alta presión se cierne sobre el equipo de Brasil estos días, los analistas insisten en que el resultado de la Copa nunca influyó en quién ganaría las elecciones.
Las derrotas de Brasil en el Mundial causan mucho malhumor, pero no impidieron una amplia victoria del oficialismo: la reelección del socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso (1998), y el regreso del Partido de los Trabajadores (PT) al poder de la mano de Rousseff (2010). En el 2002, Brasil ganó la Copa y el candidato oficialista perdió ante el entonces opositor Lula.
La propia Rousseff así lo cree: “Brasil puede ser campeón y yo perder la elección. Brasil puede no llegar hasta ahí y yo ser reelecta. Una cosa no está ligada a la otra. Pero no tengan duda de que voy a hinchar mucho para que Brasil sea campeón”, manifestó.
Mucho ha cambiado en los últimos siete años, desde que Brasil fue escogido como sede del Mundial .
El Gobierno lanzó una masiva campaña para destacar los aspectos positivos por el temor de un resurgimiento de las protestas.