Caracas. AFP. A dos años de la muerte de Hugo Chávez, el chavismo en Venezuela se juega este año su futuro en cruciales elecciones legislativas, ante una oposición dividida que recurrirá a la carta de la crisis económica exacerbada durante la Presidencia del cada vez más impopular Nicolás Maduro.
Lejos queda la tarde del 5 de marzo del 2013, cuando la noticia de la muerte de Chávez fue el detonante para que por días las calles se llenaran de multitudes de simpatizantes del polémico presidente que implantó el “socialismo del siglo XXI” en Venezuela en 14 años de gobierno.
Ahora, según estudios de opinión, el chavismo está mermado. “En octubre de 2012 el 44% se autodefinía como chavista. En diciembre pasado, era 22%; es decir, ha habido una reducción a la mitad del capital político del chavismo”, comentó el politólogo John Magdaleno.
El analista señala que la pérdida de popularidad del chavismo está asociada inevitablemente al fallecimiento de Chávez, pero también a la profunda crisis económica en Venezuela y a la evaluación negativa que los venezolanos hacen de Maduro, en el poder desde abril del 2013.
Los dos años de gestión de Maduro, continuador del modelo socialista de controles y de planificación centralizada, se caracterizan por el empeoramiento de datos económicos y sociales clave como inflación, devaluación, reservas internacionales, déficit fiscal o pobreza, respecto a los que dejó Chávez.
Riesgos. La caída de precios del crudo vuelve el escenario más sombrío. Según la encuestadora Datanálisis , la aprobación de Maduro ronda 20%, “el punto más bajo al que se ha llegado en estos 16 años (de chavismo). Chávez tuvo su nivel más bajo de 31% en julio del 2003”, añade Magdaleno.
Nicmer Evans, politólogo convencido del proceso revolucionario, pero una de las voces más críticas dentro del chavismo, cuestiona repetidamente si lo que define como “madurismo” tiene una vocación socialista.
En una columna en la revista digital Aporrea , Evans llama la atención sobre los privilegios de los cercanos al poder y sus actos de corrupción al “designar a dedo contrataciones con el Estado con posibilidad de privilegiar a familiares o amigos”.
Asimismo, la economía en deterioro se combina con una crisis política en la que cada vez se hace más palpable el “creciente autoritarismo” del Gobierno, añade Magdaleno al evocar la reciente detención del opositor alcalde mayor de Caracas , Antonio Ledezma, y la amenaza de encarcelar a otros opositores que pregonan una transición política.
Y así llega Venezuela a las elecciones legislativas del 2015, para las cuales aún no hay fecha, aunque sí están previstos en meses próximos comicios primarios del oficialismo y la oposición.
“Los estudios muestran que la oposición tiene la primera probabilidad de ventaja al chavismo por más de 20 puntos porcentuales de voto”, señala Magdaleno, pero advierte la “diferencia con la cual opositores abordan el cambio político en Venezuela”.
Las corrientes opositoras “logran nuclearse cada vez que se acerca una coyuntura electoral”, recuerda Magdaleno, quien da por descontado que durante la campaña los opositores pondrán en relieve el deterioro de la economía en el gobierno de Maduro.
Tras mostrar una cara unida en la presidencial de abril del 2013, en la que Henrique Capriles perdió por 1,5% de los votos, y lograr un ligero avance en las locales de diciembre del 2013, ganadas nuevamente por el chavismo, la oposición parece cada vez más resquebrajada.
Por un lado está un Capriles prudente, que limita su accionar a repetidas críticas al gobierno, y por otro el grupo que pugna por la renunica de Maduro y que encabeza Leopoldo López, líder de Voluntad Popular encarcelado hace un año acusado de llamar a la violencia en las protestas opositoras que dejaron 43 muertos a principios del 2014.
Evans, de su lado, ironiza. “Esta lucha ha sido tan fructífera que ambos (oposición y gobierno) han logrado que el grueso de Venezuela no pueda identificarse con ninguno de los líderes que existen”, resume.