Bruselas
Europa quiere proteger los datos personales de sus ciudadanos, pero teme que la propuesta de Bruselas para salvaguardarlos dañe a las empresas.
Además, la normativa que propone Europa eleva los gastos de gestión pública y privada porque pretende que cada empresa, organismo público o entidad que maneje datos de usuarios tenga un gestor que garantice el cumplimiento de las reglas comunitarias.
Los países temen que, si ese aspecto del reglamento iniciativa de la vicepresidenta de la Comisión Europea y responsable de Justicia, Viviane Reding, se aplica como está, los costes para las pequeñas empresas sean insoportables.
Abogan por ceñir esta obligación solo a los casos en los que la información manejada sea sensible, un concepto aún por definir.
Tanto el Gobierno como los gigantes del sector llevan casi dos años ejerciendo enormes presiones sobre Bruselas para frenarla y los Estados miembros ya discuten cómo modificar la iniciativa de Reding, con una intención clara de suavizar las exigencias para la industria.
El movimiento coincide en buena medida con las inquietudes estadounidenses expresadas respecto a esta normay no es la única inquietud.
EE.UU. se preocupa. La industria se había alarmado por la propuesta de la Comisión que Europa tramita desde hace año y medio y que pretende que el almacenamiento y la utilización de datos personales requiriesen un consentimiento explícito del internauta.
Pretenden evitar que la navegación se vea interrumpida por preguntas constantes sobre si admite el tratamiento de sus datos.
Esa inquietud figura también en las dos cartas reservadas que el Gobierno estadounidense hizo circular en la cúpula de la Comisión Europea para intentar influir en la regulación y se reflejó en las respuestas internas que emitieron los diferentes departamentos comunitarios.
Las grandes firmas del sector (Amazon, Microsoft, Google, Apple...) han orquestado, de la mano de las autoridades estadounidenses, la mayor campaña de lobby que se recuerda en Bruselas.
Fuentes europeas confirman que el mensaje ha llegado a todas las instituciones comunitarias, incluidas las embajadas de los Estados miembros, a las que la industria les ha comunicado sus cuitas.
“El lobby se está practicando al estilo estadounidense y Europa no sabe cómo reaccionar”, apunta Joe McNamee, director de European Digital Rights, una organización que defiende a los consumidores en la web.
Algunos logros. Más allá de la preocupación que la salud de las empresas suscita en una Europa sumida en la recesión, las discusiones que mantienen los expertos del Consejo Europeo para rebajar algunas obligaciones empresariales demuestra el éxito de las grandes firmas.
Las empresas ya se atribuyeron algunos logros antes incluso de que la propuesta de la Comisión viera la luz.
La Asociación de Marketing Directo consideró una victoria que el texto definitivo de Reding, presentado a finales de enero, no incluyera la intención inicial de que solo se mostrara publicidad directa a los usuarios que hubieran aceptado previamente recibirla.
Las empresas del sector temían que ese marketing directo, el principal negocio de Internet, quedase reducido a la mínima expresión si solo se dirigía a voluntarios.
Más allá de las maniobras de los Estados para pactar un texto común, Bruselas acogió el lunes la primera reunión de contenido entre la UE y EE.UU. para discutir sobre el espionaje estadounidense.