Bueno, otro de los países BRIC topa con pared. En verdad, nunca me ha gustado mucho el concepto total de “BRIC” –Brasil, Rusia, India y China– porque Rusia, que es básicamente una “petroeconomía”, no tiene cabida alguna en ese grupo y porque hay grandes diferencias entre los otros tres. Pese a esto, es innegable en el presente que la India, Brasil y otros países enfrentan problemas similares. Y esos problemas compartidos definen la crisis económica de moda.
¿Qué está sucediendo? Es una variante del mismo viejo cuento: los inversionistas adoraban estas economías de forma poco sabia pero sí intensa y ahora han vuelto a poner la mira en sus viejos amores. Hace un par de años, los inversionistas occidentales –desalentados por los bajos réditos en tanto en los Estados Unidos como en las naciones europeas que no sufrían crisis– empezaron a verter grandes cantidades en mercados emergentes. Ahora han dado reversa a esa tendencia. Como resultado, la rupia de la India y el real de Brasil se están viniendo a pique, junto con la rupia de Indonesia, el rand de Sudáfrica, la lira turca y otras monedas.
¿Representa este revés una amenaza de grandes dimensiones para la economía mundial? No lo creo (digo con los dedos cruzados por detrás de la espalda). Es cierto que la pérdida de confianza de los inversionistas y las caídas de las divisas resultantes causaron severas crisis económicas en buena parte de Asia allá en 1997 y 1998; sin embargo, el punto crucial entonces fue que, en los países que sufrían crisis, muchas empresas tenían grandes deudas en dólares. Esto daba lugar a que las monedas que caían provocaban una elevación pronunciada de las deudas, lo que a la vez creaba angustia financiera generalizada. Ese problema no está totalmente ausente esta vez, pero parece mucho menos serio.
De hecho, cuéntenme dentro de los que creen que la mayor amenaza de todas es ahora que la política en los mercados emergentes reaccione de manera exagerada: que los bancos centrales aumenten marcadamente las tasas de interés en un intento por apuntalar las monedas, algo que ni esos países ni el resto del mundo necesitan en este momento.
De todas formas, aunque las informaciones de la India y otros lugares no sean apocalípticas, no es el tipo de cosa que uno quiere oír cuando las economías del mundo más rico –si bien andan un poquito mejor que hace unos meses– todavía están profundamente deprimidas y enfrascadas en la lucha por recuperarse. Y esta, la más reciente agitación financiera, plantea una interrogante más amplia: ¿Por qué hemos tenido tantas burbujas?
Porque ahora está claro que la inundación de dinero en los mercados emergentes –que brevemente empujó la moneda de Brasil hacia arriba en casi el 40 por ciento, un alza que ahora se ha revertido por completo– fue apenas una más en la larga lista de burbujas financieras experimentadas durante la última generación. Entre ellas, estaba la burbuja inmobiliaria (en Estados Unidos), por supuesto. Pero antes de eso estuvo la burbuja.com, después de la burbuja asiática de mediados de la década de 1990, precedida a su vez por la burbuja de los bienes raíces comerciales en la década de 1980. Esa última burbuja, dicho sea, impuso un alto costo sobre los contribuyentes (estadounidenses), quienes tuvieron que salir al rescate de instituciones de ahorro y préstamo quebradas.
El asunto estriba en que las cosas no siempre fueron así. Las décadas de 1950, 1960, incluso la accidentada de 1970, no fueron tan propensas a las burbujas. Entonces, ¿qué cambió?
Una respuesta popular conlleva culpar a la Reserva Federal por las flojas políticas monetarias de Ben Bernanke y, antes de él, Alan Greenspan. Y es definitivamente cierto que, durante los últimos años, la FED se ha esforzado por bajar las tasas de interés, tanto por medio de políticas convencionales como recurriendo a medidas inusuales, tal como la compra de bonos de largo plazo. Las bajas tasas resultantes ciertamente han ayudado a enviar a los inversionistas en busca de otros lugares donde poner el dinero, incluyendo mercados emergentes.
Pero la FED solo cumplía con su tarea. Se supone que empuje las tasas de interés hacia abajo cuando la economía está deprimida y la inflación es baja. ¿Y que hay de la serie de burbujas anteriores que, en este punto, se remontan a una generación atrás?
Sé que hay personas que creen que la FED ha estado manteniendo las tasas de interés demasiado bajas, e imprimiendo demasiado dinero, todo el tiempo. Pero las tasas de interés en las décadas de 1980 y 1990 en realidad fueron altas de acuerdo con los patrones históricos y hasta durante la burbuja inmobiliaria estaban dentro de las normas históricas. Además, ¿no se supone que la señal de excesiva impresión de dinero sea la inflación en aumento? Hemos tenido una generación entera de burbujas sucesivas y la inflación es menor de lo que era al principio.
Bueno, la otra culpable obvia es la liberalización financiera, no solo en Estados Unidos sino alrededor del mundo, e incluyendo la eliminación de la mayoría de los controles para la movilización internacional de capitales. Los bancos enloquecidos estuvieron en el corazón de la burbuja de los bienes raíces de la década de 1980 y en el de la burbuja inmobiliaria que estalló en el 2007.
Los flujos internacionales de capital caliente estuvieron en el corazón de la crisis asiática de 1997 y 1998, en la crisis que ahora irrumpe en los mercados emergentes y también en la actual crisis en Europa.
En pocas palabras, la principal lección en esta era de burbujas –una lección que la India, Brasil y otros países están aprendiendo una vez más– es que cuando se quitan las riendas a la industria financiera para que haga lo que le gusta, da tumbos de una crisis a otra.
Paul Krugman es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía del 2008.