Quienes dirigen a otros necesitan lógica, ciencia y buen juicio.
La lógica nos permite pasar de unas nociones a otras, sin abandonar el campo de lo verdadero. Es el caso del silogismo. Como todos los hombres son mortales, si Pedro es hombre, se puede afirmar que Pedro es mortal. La lógica tiene buena imagen, pero sirve para poco. Ningún nuevo conocimiento científico se puede lograr a base de solo lógica.
Las ondas de radio no se pueden descubrir pasando de unas afirmaciones a otras mediante operaciones lógicas. Se las descubre cuando se observa un fenómeno, se formula una hipótesis, se disponen experimentos y se realiza alguna comprobación.
Pero un lógico o un científico, puestos a conducir por ejemplo una empresa, o un país, no lograrían tener mucho éxito con solo esas destrezas. Se necesita buen juicio. Suponemos la lógica de las personas hasta que las escuchamos discurrir con errores. No suponemos el espíritu científico de nadie. Como individuos y como sociedad, hacemos esfuerzos por asegurarnos de que lo tiene o al menos de que debería tenerlo. Es cuando recurrimos a pedir diplomas y atestados. Aunque en esto, ciertamente no es extraña la experiencia de encontrar diplomas sin profesional y profesionales sin diploma.
No supongamos el buen juicio de nadie. Sometámoslo a prueba. El buen juicio es discreción, capacidad natural para juzgar rectamente. Es lo que se denomina sindéresis. Quien afirme que la mejor forma de que los niños pobres tomen leche, es bajarle el precio a la leche, nos podría dejar sin leche a todos. A nadie le conviene producir leche a un precio por debajo de su coste. Y las vacas lecheras, apreciadas por el precio que tiene la leche, si este baja, podría ser mejor convertirlas en filetes.
Si alguien estudia química o matemáticas en una buena universidad, podemos esperar que llegue a ser buen químico o matemático. Pero ni la mejor carrera de administración podría garantizar que sus graduados vayan a ser buenos empresarios.
En tiempos de ofertas políticas, nuestra tarea más crítica es verificar la lógica de los que ofrecen. Verificar su actitud científica. Y verificar su buen juicio. Todo esto es condición necesaria, no suficiente, de un buen gobierno.