Hace más de 20 años, Carlos Alfredo Cerdas, ingeniero industrial de profesión, se enamoró de la producción de uchuvas y comenzó a plantarlas en su finca de Llano Grande de Cartago.
A pesar de que era solo un pasatiempo, pronto le vio potencial a esta solacea de altura que crece prácticamente como monte, con algunas particularidades.
Cerdas asegura que la uchuva es un producto popular en Costa Rica, y se ha “puesto de moda” por ser considerada una super food, o lo que es lo mismo, un alimento que contiene todos los antioxidantes y vitaminas que necesita el ser humano.
Su popularidad no solo ha crecido en el país. Cerdas comenta que, en países como República Checa, una bandeja de 200 gramos de uchuva, que son aproximadamente 40 unidades, se vende en $18.
Según la Promotora del Comercio Exterior (Procomer), en Emiratos Árabes, donde esta fruta es popular y ha sido uno de los principales demandantes, puede conseguirse la misma cantidad hasta por $20.
Así como la uchuva, otros productos agrícolas incipientes tienen potencial de exportación, con posibilidades de desarrollarse en los mercados externos de forma exitosa.
Durante el 2018, Procomer publicó ocho cultivos incipientes con potenciales de exportación que se producen en Costa Rica.
Se trata del mangostán, el maracuyá, el pejibaye, la ipecacuana (una raíz), la pitahaya, la guanábana, la uchuva y la carambola.
Marta Esquivel, directora de Inteligencia Comercial de Procomer, explicó que desde la entidad comparten la idea de que hay una necesidad de desarrollar más la oferta de productos incipientes.
La selección de productos incipientes se hizo con base a diferentes factores como posibilidades de producción nacional y potencial de incrementar la producción, tomando en cuenta las condiciones de suelo o avances biotenológicos, explicó Esquivel.
“Lo importante para nosotros era mostrar que en los mercados internacionales había demanda por estos productos y que ya otros países productores estaban participando, esto como un estímulo a incentivar el crecimiento de la producción local con estándares que les permitieran exportar en el futuro”, aseguró esta especialista.
Ventas apenas asoman
Hasta ahora, seis de los ocho productos se exportan desde Costa Rica. Sin embargo, las cantidades son mínimas en comparación con cultivos tradicionales.
Las ventas totales del sector agrícola sumaron $2.818 millones, en el 2018, según el portal de estadísticas de Procomer, donde las colocaciones de productos incipientes representan una porción mínima del monto.
El año pasado, por ejemplo, se exportaron $1,6 millones de ipecacuana a Asia y la Unión Europea; en mangostán se exportó mucho menos, un total de $16.900, al igual que en otros cultivos como pejibaye.
En el caso del maracuyá, la pitahaya y la guanábana, no se exporta desde el 2016. Otros, como la uchuva y la carambola, solo se cultivan para consumo interno.
Cerdas, por ejemplo, vende sus uchuvas a restaurantes como Al Mercat, Apotecario y Kalú, en Barrio Escalante (San José).
Otra productora, Carolina Quesada, desarrolló una variación de uchuva deshidratada que comercializa en el país. Sin embargo, ambos admiten que la exportación es una meta complicada.
“Procomer ha hecho un esfuerzo con Emiratos Árabes y algunos mercados de Europa, lo que pasa es que no hay mucha gente que produzca, todo el mundo tiene ‘poquitos’”, admitió Cerdas.
El productor comenta que hace poco Hong Kong pidió pasar de 20 kilos por semana a 10 contenedores de uchuva, pero Costa Rica no produce tanto.
Para exportar un contenedor, se necesitaría sembrar al menos 25 hectáreas e internamente, se producen aproximadamente 600 kilos por semana.
“En otros países, como en Colombia que es donde más se produce (uchuva), los agricultores tienen pocas plantaciones, pero entre todos se organizan y lo exportan desde un centro de acopio. En Costa Rica, el agricultor no quiere tener intermediarios y dado que las plantaciones son tan pequeñas no se logra exportar. Además, prefieren quedarse con los productos tradicionales”, admitió Cerdas.
Procomer asegura que la falta de asociatividad entre productores es uno de los problemas que enfrentan los cultivos incipientes, dado que, sin ella, es difícil elevar la disponibilidad de producto para exportación y brindar el apoyo de proyectos en conjunto.
“Cuando exista algún volumen individual o colectivo, Procomer pondrá a disposición todo el portafolio de servicios para formar exportadores, buscar clientes, entre otros”, explicó Esquivel.
Con intermediarios
Un producto con alto perfil exportador es el de la raicilla, o ipecacuana, una raíz que se produce para su venta en exterior dado que internamente no se consume.
Ana Yancy Vargas, productora y directora de la asociación de productores, asegura que no tienen capacidad de cubrir el gasto de los trámites de exportación, por lo que venden los productos a intermediarios que la exportan.
China, Inglaterra y Bélgica son algunos de los países interesados en la raicilla tica.
Vargas además asegura que los agricultores necesitan conocer mejor el mercado de lo que siembran, saber qué quiere el comprador final y si está dispuesto a pagar por calidad.
Hasta el momento, es algo que solo manejan los intermediarios.
Kelin Morera y su familia cultivan ipecacuana hace más de 40 años.
Aunque el cultivo de la planta es muy difícil y debe darse en los terrenos fronterizos del país, Morera asegura que hay una importante oportunidad de exportación.
“El Gobierno tiene que ayudar a conseguir posibles compradores directos de ipecacuana, la calidad que se produce en Costa Rica, especialmente al norte de Cutris, es una de las mejores el mundo”, afirmó Morera.
Otro problema que encuentran los productores de cultivos no tradicionales es que, según indica Cerdas, el Ministerio de Agricultura prioriza los trámites de los bienes tradicionales, que manejan mayores volúmenes de exportación.
Sobre este hecho Procomer respondió que los permisos fitosanitarios dependen de si existe o no un análisis de riesgo de plazas con los países de destino.
Si el destino es un mercado nuevo que efectivamente requiere de un análisis, se tardará más tiempo en emitir los permisos. Sin embargo, no en todos los países son requeridos los análisis de riesgos y en el caso de que sea así, consideran fundamental que el sector privado muestre interés ante el Servicio Fitosanitario del Estado.