En una rueda de prensa celebrada en Washington, Warren indicó que la agencia que está encargada de crear –prevista en la reforma del sistema financiero estadounidense aprobada el pasado julio– busca “un mercado que sea abierto y justo”, en el que los clientes tengan una información clara sobre los costos y las comisiones de sus envíos.
“Si hacemos el mercado más competitivo, más justo, parte de ese dinero permanecerá en las familias, en vez de que se lo queden las instituciones”, declaró la responsable de la agencia, adscrita a la Reserva Federal y que se encargará también de evitar que los consumidores reciban factores con sobrecostos inesperados o desconozcan los términos de su hipoteca.
Esta oficina comenzará a funcionar a pleno rendimiento el 21 de julio del próximo año, cuando podrá emitir directivas.
Mientras tanto, comenzará a recopilar información y dialogar con las entidades financieras sobre la transparencia en los costos y los servicios que ofrecen.
La remesa promedio hacia América Latina es de unos $280, pero si se agregan todos los envíos de las familias de EE. UU. al exterior, “en total el mercado de remesas es de $100.000 millones anuales. Hay mucho dinero en ese mercado”, subrayó Warren.