James Stanley no es el más alto, no es el más fuerte, no es el más intimidante, pero sí es el más constante y en el boliche eso es lo que cuenta, ya que un centímetro puede ser la diferencia entre un strike o el fracaso.
Este joven de 18 años hoy lleva un gran peso y no es el esférico de resina que utiliza, sino el de ser una promesa del boliche tico.
“Es un motivador tener ese peso, y también mete presión indirecta. Ahora siempre hay expectativas y uno trata de cumplir pero se compite contra gente muy experimentada”, aceptó Stanley.
Ese peso lo carga desde sus 15 años, cuando lanzó su primer juego perfecto. Esto pudo ser coincidencia pero ya lleva cinco más en poco tiempo y si continúa a ese ritmo será el bolichista costarricense con mayor cantidad de partidas sin dejar un solo pin en pie.
A una edad en la que muchos jóvenes se conforman con ganar su prueba de manejo, este bolichista puso en rumbo su carrera. Ya participó en sus dos primeros mundiales y ganó el Panamericano Juvenil
“No me esperaba tan buen año, yo solo estaba tratando de mejorar mi mecánica y por dicha ha dado muy buenos resultados”, afirma con una risa nerviosa.
Su última participación en un mundial finalizó este jueves en el Mundial de Boliche Qubica en Rusia, donde participa solo un representante de cada país. Stanley quedó en el puesto 36 de 74.
El buen nivel del tico hace que ya tenga varias oportunidades con universidades estadounidenses de irse con una beca deportiva, pero espera poder seguir representando Costa Rica en torneos internacionales, y afirma que jamás consideraría utilizar otra bandera en una competencia.
“Ni aunque me ofrezcan nada, no dejaría de representar a Costa Rica por nada del mundo”, dijo.
Aún tiene cierta inocencia, pero ya no es la misma que reflejaba en los Juegos Centroamericanos 2013, cuando junto a otros grandes del boliche tico dieron una gran cosecha de medallas doradas.
“Sí, era un carajillo entonces.., bueno sigo siendo un carajillo (ríe), pero ir a mundiales y viajar para competir con profesionales lo hace a uno madurar en el deporte”, expresa.
Pese a esa madurez, tiene las mismas preocupaciones que todos tienen a esa edad. Dice que su mayor obstáculo es el colegio, ya que es difícil balancear el boliche, los estudios y la vida social que todo adolescente desea tener.
Su mayor admiración es hacia su abuelo, quién fue pilar en sus primeros años en el boliche y cuando se le pregunta contra quien desearía estar jugando en este momento no lo piensa dos veces para decir su nombre: Rodrigo Esquivel.Stanley dice que San José 2013 marcó un antes y un después para él y para otros juveniles que ahora son parte de la selección nacional. Además expresa que ahora hay mayor apoyo del gobierno y de la prensa, lo cual marca una gran diferencia“Después de los Juegos, me sentía mucho más preparado, y eso me dio confianza”, manifestó este joven que también disfruta el racquetball, el tenis y hasta el surf.
Mientras entrena o compite, su semblante cambia. Se le olvidan las bromas, el colegio, sus ofertas universitarias y hasta ese peso de ser promesa. En su mente solo hay un objetivo, que los 10 enemigos estáticos frente a él queden volcados en el suelo.
“No pienso en absolutamente en nada, me desconectó del mundo. En los Centroamericanos me pasó muy fuerte y cuando me di cuenta, de repente estaba a solo un tiro de un juego perfecto”, reflexiona.Un campamento de verano lo llevó al boliche hace seis años, ahora ese deporte lo llevó hasta Rusia para un campeonato mundial, y James espera que esa constancia y dedicación lo lleven algún día ser campeón mundial.
“Puedo llegar hasta donde me lleve la imaginación”, afirma.