Johannesburgo. Han pasado los primeros 15 días y 48 juegos del Mundial sudafricano, el 75% del torneo; 16 equipos ya están camino a casa. Como en la feria, hay surtido: decepciones, alegrías, sorpresas, confirmaciones.
El ganador. El primer gran triunfador del campeonato es el anfitrión. Después de las décadas de oscurantismo y aislamiento a que lo sometió su atroz apartheid , el mundo descubrió a Sudáfrica. Bellísimo país, potencia económica, diversidad humana, de flora y de fauna. “La mayoría llegó aquí pensando que encontraría leones caminando por calles de tierra, pero se toparon con ciudades maravillosas y un modernismo espectacular”, acertó Jaime Orlando Dinas, acaso el periodista colombiano más viajado de la historia.
El bochorno. La actuación de Francia. Ser eliminado es lo de menos; en el deporte se gana y se pierde. Pero toda su estadía estuvo rodeada de situaciones extradeportivas desagradables, con peleas y acusaciones internas incluidas. “Una catástrofe, una vergüenza. Al equipo hay que tenerle un grandísimo respeto, a su camiseta, al escudo. El jugador de ahora no piensa en eso”, declaró el antiguo crack galo Alain Giresse.
El ‘crack’. Messi. Desde el primer partido ratificó que es el número uno absoluto. La pelota y él nunca tienen ni un sí ni un no. Les sacó varios escalones de ventaja a Cristiano Ronaldo, Rooney, Kaká, Drogba, los que podían discutirle el trono. El pincel zurdo de Messi le puso fin al debate.
La vergüenza. Unánimemente, la prensa italiana utilizó esa palabra para calificar la actuación azzurra en el Mundial 2010. Un campeón mundial que se va en la primera fase, sin ganar un partido y jugando un futbol prosaico.
El invicto. Nueva Zelanda. Un equipo duro, físico, de corte británico y bastante limitado en lo técnico, pero extraordinariamente luchador. Se fue a casa temprano, aunque invicto. Empató los tres juegos. Y mereció vencer a Italia.
La debacle. De los equipos africanos. No pudieron justificar los seis cupos que les dieron. Cinco fueron eliminados, Ghana pasó con un triunfo y un empate, marcando apenas dos goles, ambos de penal. No muestran técnica ni rebeldía ni inteligencia. Muy mal.
El orgullo. La extraordinaria participación suramericana. Una superioridad abrumadora. “O Europa se pone las pilas y le da más importancia al talento autóctono, o corre peligro de ser rebasada por Suramérica”. Del presidente de la Federación Italiana de Futbol, Giancarlo Abete.
La alegría. De los hinchas estadounidenses tras ganarle agónicamente a Argelia y obtener el primer lugar en su grupo, por encima de Inglaterra. Al más puro estilo de cancha argentina, en las tribunas atronó el “ iu-e-sei' iu-e-sei' ” .
El partido. Eslovaquia 3-Italia 2. El debutante despachó al campeón del mundo. Hubo emoción y drama en Ellis Park. Partidazo, no por técnica, sí porque dejaron la piel.
La marca. Sudáfrica le puso su sello con las ruidosas e insufribles vuvuzelas. Ya eran conocidas estas cornetas en otras latitudes, pero tomaron carta de ciudadanía sudafricana. Y se impondrán en todo el mundo, como la ola.
El dato. Nunca había pasado: que los dos finalistas del Mundial anterior, en este caso Italia y Francia, quedaran fuera de carrera en primera fase. Eso disparó el chiste: “En el 2006, Italia y Francia se encontraron en la final, en el 2010 se encontraron en el aeropuerto”.
La inseguridad. Esa inmensa nube de sospecha que amenazaba el torneo nunca apareció, por fortuna. Se reportó una mochila robada en un centro de prensa, el asalto a dos periodistas portugueses y a otro español. Eso fue todo. Nada para las decenas de miles de visitantes que llegan. Los primeros días, se tomaron grandes prevenciones, luego no se habló más del tema.
El equipo. El cuadro ideal de la primera fase: Sergio Romero (Argentina); Philipp Lahm (Alemania), Mauricio Victorino (Uruguay), Lucio (Brasil) y Jorge Fucile (Uruguay); Diego Pérez (Uruguay), Enrique Vera (Paraguay), Landon Donovan (EE. UU.) y Keisuke Honda (Japón); Robert Vittek (Eslovaquia) y Lionel Messi (Argentina).
La frase. “Todos sabemos que a esta Selección de Argentina la dirige hasta un ciego”. La disparó el paraguayo José Luis Chilavert, siempre crítico de Diego Maradona.
El apellido. Honda. No es una moto, no es un auto, si es un volante lleno de talento y gol. El gran aporte de Japón al torneo.
La malquerida. La pelota Jabulani. Fue el blanco de todos los dardos. “Viborea”, “Es demasiado liviana”, “Es una pelota de supermercado”. Ayer habló Oliver Khan, el exportero alemán. “Cuando le dije a Sepp Maier, mi entrenador de arqueros, que la pelota había cambiado y era muy complicada me respondió: levántese más temprano, trabaje más con ella. Eso le digo a los arqueros, trabajen más, adáptense a ella”.
El pálpito. Que habrá una final suramericana' También lo dejó la primera fase.