Cuando más lo necesitaban los Cleveland Cavaliers apareció su estrella: Lebron James, quien fue determinante en la victoria de su equipo 112 a 97 frente a los Golden State Warriors en el juego cinco de la final de la NBA.
Una derrota de los Cavaliers le daba el cetro por segundo año consecutivo a los de Golden State, pero LeBron se encargó de aguar la fiesta en patio ajeno.
James marcó 41 puntos y bajó 16 rebotes, más siete asistencias en los casi 43 minutos que estuvo en el rectángulo.
En esta ocasión no solo LeBron brilló, ya que Kyrie Irvingle ayudó a cargar el peso del equipo con otros 41 puntos.
El partido fue muy parejo en la primera mitad, la cual finalizó 61-61, pero en el tercer cuarto se marcó la diferencia en favor de los de Cleveland.
El tercer periodo acabó 93 a 84 y ya ahí no pudieron regresar al juego los Warriors.
Lo peor del juego para los de casa fue el último cuarto, en el que apenas anotaron 13 puntos y sacaron a sus estrellas de la cancha, aceptando la derrota.
Los campeones defensores no hicieron un mal partido, sus dos estrellas tuvieron un día bueno, pero no fue suficiente para evitar la derrota y el viaje rumbo a Cleveland para el sexto juego de la serie.
Klay Thompson fue el mejor anotador de los dirigidos por Steve Kerr, con 37 puntos, mientras que el jugador más valioso de la temporada regular, Stephen Curry, acumuló 25.
Esta derrota obliga a un sexto juego que se realizará este jueves a las 7 p. m. en el Quickens Loans Arena, de Cleveland.
Un equipo nunca se ha repuesto de una desventaja de 3-1 para ganar la final de la NBA, pero este golpe que dieron los Cavaliers les puede dar mucha fortaleza.