Madrid
Suenan sus nombres por los altoparlantes, el público vibra y encienden su moto: comenzó la adrenalina. Para los pilotos, es hora de burlar la muerte una vez más. Se activan los nervios de acero, según cuentan los protagonistas que competirán este viernes en la edición 15 de los X- Fighters en Madrid, España.
Tener una vida que gira en torno al freestyle de motocicletas no es fácil, pero afirman que nacieron para arriesgarse, atreverse y rozar el peligro.
Esa pasión por un deporte de riesgo le costó la vida al japonés Eigo Sato y al estadounidense Jeremy Lusk. Sato, en el 2013, se encontraba realizando nuevos trucos con su moto para arrancar su octava temporada en el X-Fighters, pero perdió el control cuando ejecutaba un backflip, un salto con una vuelta hacia atrás en el aire. Al perder el control, sufrió fuertes lesiones que le provocaron la muerte.
Por su parte, Jeremy Lusk falleció en el 2009, el estadounidense realizaba una maniobra en los X-Knights en el estadio Saprissa. Debido al golpe en la caída, al muchacho se le hizo un hematoma; posteriormente fue intervenido quirúrgicamente y dos días después, el 11 de febrero del 2009, murió.
A pesar de esos antecedentes, los artistas de la motocicleta mantienen la pasión viva. Por ejemplo, el español Danny El Pajarito Torres revela que durante sus 14 años de carrera en este deporte ha pasado momentos duros con las lesiones, pero una vez más regresa a competir con más ganas. En su ADN hay adrenalina pura.
"Siempre me llamaba la atención desde que hacía mis primeras armas de niño, cuando competía en motocross y aprovechaba las curvas y saltos para hacer algún truco. Realmente, si me pongo a pensarlo, es complicado estar a diario sabiendo que puedes cometer un error que podría ser fatal, pero de esto vivimos, elegimos este camino y estoy orgulloso de lo que he logrado", comentó Torres, quien recién se recupera de una lesión en su tobillo derecho.
El Pajarito, piloto consentido de los ticos, enfatiza en que su familia lo apoya y es todo lo que ocupa para entrenar día a día e impedir golpes de mayor gravedad que puedan comprometer su vida. Pese a esto, Torres lo ve como un trabajo normal, como cualquier otro.
"Es mi forma de vivir, me monto en mi moto y todo pasa; es como cualquier otro oficio. Si te caes te haces daño, es muy peligroso, pero no me veo haciendo otra cosa porque esto me llena de vida", reseñó.
En su familia lo apoyan. Por ejemplo, su padre Ramón Torres afirmó que cruzan los dedos y se encomiendan a Dios en cada práctica y cada competencia mundial a la que asiste, aunque les ha tocado ser partícipes de los duros golpes que le ha propinado el destino.
"No hay margen de error, se puede dar una caída muy fuerte, pocas veces no sales con un hueso roto, si es que sale vivo. Ya nosotros estamos acostumbrados, aunque cada vez que sale a la pista me da miedo que le pase algo", confiesa el progenitor del español.
Historia similar sucede con el también español Maikel Melero, quien divide su tiempo entre el deporte extremo y sus quehaceres en el hogar junto a su esposa Carolina Galceran y su hijo Maikel, de año y medio.
"Nosotros preferimos no pensar mucho en eso, solo nos montamos a la moto y hacemos nuestro trabajo, reconozco que hay riesgo pero tampoco tanto como para no volverlo hacer. La sensación que nos genera es increíble", añadió Melero.
Criterio similar maneja el francés Tom Pages, quien es el tricampeón de la competencia efectuada en la emblemática plaza de toros de Las Ventas, y el actual campeón de la serie Red Bull X- Fighters, el australiano Clinton Moore.
"No tengo mucho tiempo para pensar en qué tan peligroso es lo que voy a efectuar, me gusta innovar y por eso estoy aquí. Mi vida gira en torno a practicar y competir, es un riesgo que hay que tomar", puntualizó Pages.
Los pilotos cuentan que en ocasiones sienten miedo, pero el no tener margen de error les ayuda para ser más estrictos a la hora de efectuar sus rutinas, saben que luego de cada competencia, obtengan o no el primer lugar, se irán a casa con su regalo más preciado: su vida.