El orden con que se efectuaron los actos protocolarios y la variedad de presentaciones artísticas fueron los puntos altos que destacaron los costarricenses y orientales presentes ayer en la inauguración del Estadio Nacional, en La Sabana.
Desde el inicio de la ceremonia, puntual a las 6 p. m. con la entonación de las notas del Himno Nacional de Costa Rica, el programa de la velada llenó las expectativas de los más de 35.000 aficionados que abarrotaron el Estadio.
Familias enteras se instalaron para observar el acto previo al partido que empataron las selecciones de Costa Rica y China.
La familia Pizarro Aguilar, que llegó proveniente de San Rafael Abajo de Desamparados, fue una de las que gozó de una noche que será inolvidable.
Los puntos altos para esta familia fueron la presentación del grupo étnico de canto y danza de China y el orden de la celebración.
“Todo ha estado a la altura, lo que más destaco es el orden con que se han llevado las cosas, tanto en las afueras del estadio como una vez adentro”, dijo Daisy Aguilar, mientras abrazaba a su nieto Jafet Pizarro en la gradería oeste.
El niño, con su cara pintada con los colores de la bandera de Costa Rica, dijo: “Me gustó mucho los bailes de los chinos y el juego de pólvora”, mientras las luces y los destellos le iluminaban el rostro.
Maissel Barquero, de Monteverde, Puntarenas, salió para San José desde las 6:30 a. m. y su primera respuesta fue: “¡Esto es fabuloso, es espectacular!”
La entonación de la Patriótica Costarricense por parte de la soprano Guadalupe González fue un momento que gustó en el estadio.
“La patriótica es una canción que genera un sentimiento especial en nosotros”, dijo Barquero.
“Pensamos que esto sería un caos, pero la verdad no hay quejas, para llegar aquí todo fue normal y el ingreso fue sin filas, el acto fue acorde a la ocasión”, opinó Édgar Leal, amigo de Barquero.
En la noche de prueba del Estadio Nacional no todos los espectadores eran costarricenses.
Una buena cantidad de personas de la colonia china se hizo presente a la cita.
“Muy bonito, la pólvora y la danza fue lo que más nos gustó”, dijo Gina Yao, quien vive en el país desde hace 11 años con su familia.