No parecía la máxima cita del deporte rey, sino una pretemporada. Los equipos llegaban “duros”, luego de una campaña extenuante, que provocó lesiones y mal rendimiento de algunas figuras.
El Campeonato empezó a calentar en las jornadas finales de la fase de grupos, un pico de emoción obvio, cuando algunos boletos se definieron con dramatismo.
Estados Unidos pescó el tiquete con un gol de último momento de Landon Donovan, que de paso le permitió ganar el grupo. Suiza falló contra Honduras, cuando tenía todo para nadar a la otra orilla.
Ya en octavos de final, los árbitros se convirtieron en la comidilla. Jueces uruguayos se negaron a marcar un gol inglés que todo el planeta vio y réferis italianos permitieron un tanto de Carlos Tévez fuera de lugar ante México.
FIFA se encogió los hombros y dijo que nada se puede hacer, lo mismo que responde cada vez que ocurre algo así. Ya envió de vuelta a casa a los árbitros cuestionados, algo que no aplaca la indignación.
Por su parte, Sudáfrica 2010 confirmó el declive de los dos finalistas del 2006, Italia y Francia, que empezaron mal y terminaron peor.
Por primera vez en la historia campeón y subcampeón se despidieron en la etapa de grupos, dando una pelea realmente pobre.
La otra decepción es Inglaterra, que llegó en medio de pronósticos favorables pero nunca desplegó las garras, más allá de ser víctima de un grosero error arbitral ante Alemania en los octavos de final.
Entre los eliminados, Chile se va sonriendo: superó la primera fase y se fue arrollado por un gigante del futbol como Brasil. Estados Unidos también colecciona elogios, aunque da la impresión de que tenía gas para llegar más lejos.
Por su parte, México sale entre brumas: solo un partido ganado, de cuatro, muy lejos de su anhelo de subir por fin al primer mundo.
Honduras, en tanto, no ganó ningún partido ni anotó ningún gol, pero se van contentos por haberle sacado un punto a Suiza.