BUENOS AIRES. AP. Paraguay se dio cuenta que para ser campeón se necesita algo más que las dos manos salvadoras de su capitán y guardameta, Justo Villar.
La Albirroja lo comprendió ante Uruguay en la final de la Copa América, cuando Diego Forlán, en dos ocasiones y Luis Suárez superaron al meta, artífice de llevar a Paraguay a esa decisiva instancia del torneo.
El equipo del argentino Gerardo Martino empató cinco partidos y perdió el más importante. Marcó cinco goles y le convirtieron ocho tantos.
Terminó como mejor tercero en el Grupo B detrás de Brasil y Venezuela, a quienes tuvo contra las cuerdas en los choques de primera fase, pero en ambos casos la victoria se le escurrió en los minutos finales.
Villar fue el héroe en la serie por penales ante los mismos rivales en cuartos de final y semifinales.
Paraguay careció en toda la competencia de un generador de juego que pudiera alimentar a sus artilleros Roque Santa Cruz, Lucas Barrios o Nelson Haedo Valdez. Néstor Ortigoza y Cristian Riveros, los de mejor pie en una línea de cuatro volantes, pocas veces pudieron cumplir con la función.
Y su famosa defensa aguerrida mostró varios agujeros que Villar supo tapar con su gran desempeño, el cual le valió el premio al mejor arquero del torneo.
Aún con sus limitaciones, Paraguay avanzó a la final de la Copa América, lo cual no lograba desde 1979, y en la que ganó el título.
Tal vez su mérito estuvo en la fortaleza colectiva lograda tras cinco años de trabajo al mando de Martino, que junto al uruguayo Óscar Tabárez son los que llevan más tiempo en el cargo entre las selecciones de Suramérica.