Si algo tiene el Saprissa de Jeaustin Campos es autocrítica: no solo sobra quien asuma –o señale– las culpas en los constantes yerros, sino que el D. T. expone a quien falla eliminándolo de la titular por, al menos, el próximo partido.
Lo saben los porteros. De nada le sirvió a Donny Grant el mea culpa público después del partido que perdieron en el Rosabal Cordero ante Belén. Probablemente lo mismo pasará con Kevin Briceño, quien ya había perdido el puesto tras fallar en el clásico ante Alajuelense y volvió a lucir mal en la derrota del domingo ante Herediano.
Pero el silencio y evitar responsabilidades puede ser peor. Lo puede decir un Danny Carvajal, quien no ha pasado de la banca desde que Campos bajó del puesto de Gerente Deportivo al de Director Técnico.
Y es la constante... Ya sea por orden superior o por vergüenza propia, en la zona mixta después de los partidos de Saprissa abunda la expiación, aunque sea con los pecados ajenos, en un plantel que ha tenido pocos titulares fijos entre los altibajos del Torneo de Invierno.
Campos tampoco ha querido tapar el sol con un dedo. No lo hizo cuando acumuló seis triunfos seguidos –incluido la vital victoria ante Kansas City para clasificar en la Concachampions – y menos lo hace ahora que el equipo ha vuelto a tambalear con dos derrotas y ocho goles recibidos en una semana.
El domingo, después de la derrota (3-2) ante el Team , la charla de camerino se extendió por casi una hora. Cuando Campos finalmente salió a hablarle a la prensa no tuvo reparo en señalar las fallas:
“Los goles (del Herediano) no tienen nada que ver con algunos aspectos tácticos. Volvemos a cometer errores muy groseros, muy de bulto, que en partidos como éste es imposible cometerlos”, dijo el D. T. en su primera alocución.
Luego, en zona mixta, Briceño metía a Daniel Colindres en la complicidad de sus errores, por un lado; mientras que Grant aceptaba los fallos propios a escasos dos metros de distancia. Ninguno increpó las preguntas de los periodistas ni trato de esconder lo que es evidente: la portería de Saprissa no tiene dueño y desde ahí se donde se originan los nervios de la retaguardia.
“Hay complicidad pero tampoco fue un error completamente, la bola venía complicada, estaba mojada y pasó la complicidad con Colindres”, apuntó Briceño.
“Somos muy autocríticos con los errores que hemos cometido, tenemos la madurez para aceptarlo y conversarlo entre nosotros mismos. Desgraciadamente nos ha pasado a los tres ”, decía desde el otro costado un veterano Grant.
La noche en el Rosabal culminó con Colindres, quien en el último instante antes de subirse al bus aceptó lo azaroso de una noche que lo dejó como “villano” cuando se le requirió para tapar el otro gran hueco de la alineación: la lateral.
“Son chispas del oficio, hoy fui el villano claramente, no puedo quitarme el peso de los errores, pero eso no amerita que no lo hicimos bien, tanto yo como el equipo”, concluyó el atacante –ahora también carrilero– morado.