Guápiles. Era una final, era un clásico, y así se jugó. El gran ganador, Santos de Guápiles, no solo por el golpe anímico, sino por meterse de nuevo en la pelea por la clasificación a semifinales.
El 2-0 fue un justo resultado a favor de un equipo guapileño que propuso y borró por completo al equipo sensación del Invierno 2012.
La temida ofensiva limonense anoche no encontró la luz en el estadio Ebal Rodríguez.
“Nosotros también tenemos buen material en ofensiva, tenemos al goleador del campeonato y ellos también se tienen que preocupar por nosotros”, era las palabras del técnico santista Eduardo Méndez previo al juego. Y vaya que tenía razón el charrúa.
Una sólida línea de tres guapileña, quizás hasta sorpresiva, fue el mensaje de que Santos iba por el todo o el nada, no bastaba con ser local, un traspié prácticamente los dejaría fuera de la fiesta grande.
No bastó con que sonara el pitazo inicial para ver la propuesta del Santos como aquel equipo subcampeón nacional que nos acostumbró en el torneo anterior a disfrutar de buen futbol, espectáculo y goles por doquier.
Una tras otra fueron las ocasiones de gol para los locales, pero el arquero Erick Samudio lucía aplomado. Diego Madrigal y Christian Lagos fueron un verdadero dolor de cabeza para la zaga de Limón.
Matador. Pero si todos esperaban la apertura en el marcador, no podía ser de ningún otro jugador.
Fue el goleador Cristhian Lagos el que se encargó de comenzar la fiesta de goles al minuto 43, cuando martilló a su mejor estilo, de cabeza y puso el 1-0 para irse al descanso con la tranquilidad de la ventaja.
Para el segundo tiempo todo sería igual. Los intentos del timonel Luis Fallas no surtieron efecto en la ofensiva limonense, y por el contrario, muy pronto vería cómo la noche se les hacía más oscura.
Fue entonces cuando se vino la gran noche de Diego Madrigal. Primero al 55', aprovechando un despeje del meta Samudio para el 2-0.
Posteriormente tomó un despeje desde su área, avanzó sorteando cuanta camiseta verde se topó y al filo de la media luna sacó furioso remate al ángulo superior derecho del arquero limonense. ¡Golazo!
Todo estaba consumado. Lo demás era gula.
Santos sabía que su rival estaba en el suelo, pero quería más, como si tres goles no fueran suficientes para enviar el mensaje de que quieren seguir vigentes.
Sin embargo, el horizontal se lo negó, el ingreso de Osvaldo Rodríguez refrescó la ofensiva y el peligro siguió y siguió.
Pero ya todo estaba sentenciado, la afición guapileña celebró más no poder el triunfo en la cara de los cientos de aficionados limonenses que llegaron a tierra ajena.
Así Santos se pone de escolta de los verdiblancos a un solo punto de distancia... la pelea está viva.