La historia del hombre que hoy se ubica como el pivote principal en la delantera del Herediano, y que suma seis tantos –tercer mejor goleador del equipo– en el Invierno, ha pasado múltiples obstáculos.
El primero de ellos se dio a los 18 años, cuando Vargas tomó la decisión de alejarse de la Liga, equipo al que perteneció desde los ocho.
“En Alajuela hice todas las ligas menores, pero cuando tenía 17 años me prestaron a San Ramón, así que a los 18 decidí que si quería mostrarme en la Primera División debía irme. En Alajuela me trataron bien, pero había una fila muy larga de delanteros”, indicó el atacante.
Con madurez, aunque también mucho dolor, Vargas se quitó la rojinegra y se puso la verdolaga, pues en Carmelita Carlos
Y el cambio surtió efecto, debido a que en los dos años que jugó con los carmelos marcó 18 tantos, lo que le valió para llegar al Saprissa.
Mas el sueño de ser protagonista en un grande se volvería a frustrar, ya que con los morados solo jugó seis meses. Hizo dos tantos.
“Cuando pasé de Carmelita a Saprissa tenía mucha ilusión y ganas de triunfar, pero llegué en un momento complicado para la institución porque se estaba dando la transición con Jeaustin (Campos, entrenador)”, indicó Vargas.
“En esos seis meses que estuve en Saprissa perdí las ganas de entrenar y de jugar, era mucha presión y no disfrutaba lo que hacía”.
“El paso en Brujas fue como una desintoxicación para mí, sentí que volvía a tener ganas de entrenarme y jugar, y gracias a Dios se dio que Jafet Soto, en ese entonces gerente de Heredia, me trajo”, manifestó.
En su paso por el Rosabal Cordero “las cosas” tampoco han sido fáciles, debido a que con tres entrenadores (Orlando de León, Alejandro Giuntini y Jafet Soto), el camino es duro para ganarse la confianza.
“Algo que aprendí en mi paso por Saprissa es que no soy menos que nadie, yo sabía que la gente decía que era un jugador de equipo pequeño, pero no quería ser encasillado así, gracias a Dios y a mi familia en Heredia las cosas se me están dando y también es un grande”.
Vecino de Alajuela, donde vive con sus padres, Vargas dice tener tres metas en su carrera: ser campeón con Herediano, volver a un llamado de la Selección Nacional y lograr un contrato en el extranjero.
“En este momento soy feliz por como se están dando las cosas, pero no me siento satisfecho porque tengo sueños por cumplir, me ha tocado ‘llevar palo’, pero Dios me ha dado nuevas oportunidades”.
La sonrisa que hoy brilla en el rostro de Olman Vargas, tal y como lo hace el arete de su oreja, tiene un valor especial para este goleador que la vida ha moldeado con mucho esfuerzo y lucha.