Cartago. El brasileño Aurelio Ferreira, volante creativo del Club Sport Cartaginés, blandió una enorme sonrisa ayer cuando se le consultó acerca de la designación que le hizo la sección deportiva de este diario como el mejor extranjero de la II Vuelta.
"Es un gran estímulo, un aliciente para seguir trabajando duro y no perder esa condición", declaró el futbolista de 27 años y 1,81 metros de estatura.
Sin perder la perspectiva a pesar de la evidente felicidad que lo envolvía, agregó que más allá de la satisfacción personal "lo importante es que el equipo siga subiendo en procura de alcanzar el título, meta que se ha trazado el nuevo técnico Rolando Villalobos".
Ferreira dijo que la designación lo tomó por sorpresa, pues aunque ha puesto todo su empeño el anterior técnico Flavio Ortega, obligado por la lesión de Miguel Davis, lo ubicó en una posición extraña para él: volante de contención.
Licencia para crear
"Rolando me ha dado licencia para irme más adelante; me ha dado más libertad de creación, de hacer la pausa, aunque también tengo la responsabilidad de pelear la pelota cuando el contrario se adueña de ella", explicó.
Aurelio, más conocido como Carioca, por ser nativo de Río de Janeiro, es un jugador de amplia experiencia internacional y en su tierra participó con el Flamengo y el Internacional de Porto Alegre, donde tuvo como compañeros a figuras de la talla de Taffarel y Edinho.
"Quiero quedarme en Costa Rica por lo menos 4 años y es por eso que procuro elevar mi rendimiento para consolidarme en este futbol".
El futbolista expresó que en Costa Rica se juega duro, pero, a diferencia de su país, aquí lo hacen con buena intención pues recordó que en Brasil se tiene un concepto erróneo de competitividad, que provoca que los contrarios digan insultos y tiren salivazos.
El distribuidor de juego blanquiazul comentó que Cartaginés está tomando un ritmo que pronto lo situará dentro de los mejores de la tabla, al tiempo que se mostró agradecido con la directiva y aficionados por el trato que le han brindado.
Ferreira reside en el barrio La Pitahaya de Cartago, en compañía de su esposa Andreia Riveiro. Le gusta la ciudad porque, a diferencia de su natal Río, "es muy tranquila y silenciosa".
El buen concepto del brasileño lo redondeó su técnico Villalobos con esta reflexión: "Es un gran elemento que rinde como pocos en la tarea de enlace entre mediocampo y ofensiva. Está por encima de cualquier rival en ese puesto".