La contaminación fútbol-sexismo se manifiesta mediante el pensamiento analógico, y según un registro metafórico muy puntual.
La “delantera”, la “retaguardia” y “el medio campo” de una dama. La menstruación: “no pude jugar: el terreno estaba en malas condiciones”. El sempiterno “mi hijo fue un gol”: el espermatozoide se cuela entre las piernas de un “portero” desprevenido. El cortejo: “pelotear en el medio campo”, “probar el terreno de juego”. Pasar al acto: “disparar a marco”. Los que se jactan de sus destrezas amatorias: “mi fútbol es de toque y filigrana, vos sabés, a lo Brasil”. La aproximación brutal: “entrar al planchetazo”. El hombre que “le pasa” una mujer a otro: “ahí te la dejo, picando en el área”. Los hombres agresivos: “delanteros que le pegan de primera”. Los seductorcillos verborreicos: “jugadores técnicos, controlan el balón y con toque sutil lo colocan en el ángulo”. Los que traicionan a sus compañeras: “burlé la marcación de la doña”, “me aplicaron marcaje de estampilla, tuve que maniobrar como Messi para deshacerme de (insértese aquí “la terciopelo”, “la tarántula”, “la barracuda”, “la bruja”, “la segua”, “la Gestapo”). El abordaje directo: “una alineación ofensiva: cuatro delanteros en punta”. Un proceso más paulatino: “una formación conservadora, con mucho toque en el medio campo”. Los don juanes tropicales: “goleadores”, “matadores”, “pichichis”, o “balones de oro”. Si la jornada venatoria falla, confesarán apesadumbrados, “la volé”, o “pifié solo frente al marco”. Caricias suficientemente indagatorias que no culminan en la cópula: “apenas una inspección del terreno”. Una mujer bella: “Estoy alineando con el Real Madrid”. Una mujer menos cotizada en el mercado libidinal: “el Getafe”. Y añadirán, con optimismo irrenunciable: “Pero el Bayern está interesado en mi ficha”. Una buena jornada amatoria: “¡Anoté un hat trick !” Un mediocre desempeño: “apenas un golcillo, y de penal”. Las experiencias particularmente transgresivas: “un gol de chilena”. La homosexualidad: “es del otro equipo”. La bisexualidad: “patea con las dos”.
Seguiremos, amigos. Yo sé que este pequeño ejercicio de descodificación irritará a algunos. Me alegra, porque eso es precisamente lo que quiero.