Muy bien. El Club Sport Herediano acaba de quedar campeón. ¿Qué tengo yo que decir al respecto? Yo, nada. Pero mis alter egos, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, sí quieren hablar. Les cedo la palabra.
Dr. Jekyll: “Felicito al Club Sport Herediano por su merecido triunfo ante la Liga Deportiva Alajuelense, y reconozco el buen trabajo del subcampeón nacional, que por su parte, derrotó categóricamente a Saprissa en las semifinales. Que viva el fútbol, y las nobles aficiones herediana y liguista”.
Mr Hyde: “¡Qué rico, triunfo de Heredia, con bailada incluida! Ya que Saprissa fue eliminado, lo mejor era que ningún equipo fuese campeón… ¿Hay alguna forma de que ambos finalistas pierdan? ¿Por no presentación, supongo? La fantasía de la doble derrota es, por decir lo menos, improbable. Así las cosas, había que apoyar a Heredia. Todo sea, antes que ver al archirrival ciñéndose la frente con el laurel de los campeones. ¿Se imaginan ustedes? ¡Quién se los aguanta! Pero no fue así. ¡Lero, lero, calzón de cuero! A los diez minutos ya les habían clavado el primero. Y luego, ese golazo, que bordaron Ruiz, Mambo y Aguilar... ¡Ah, me supo a caviar! Desde el punto de vista culinario, ¿será correcto, combinar caviar y mango? ¡No importa: el hecho es que ahora la Liga es penta-no campeón, con cinco torneos en seco! ¡Y con el misérrimo desempeño del sábado, es el único equipo que ha perdido tres finales consecutivas! ¿La S ? Eso ya pasó. Además, después de nuestra caída, se configuró un frente unido herediano-saprissista, rojo, amarillo y morado, que celebró al unísono la no-victoria alajuelense. Y claro, ahí está la historia: la Liga ha ganado 29 campeonatos en 97 años, mientras que Saprissa ha ganado 32 en 81. Contra Heredia, la Liga jugó cloroformizada, comatosa, neurológicamente muerta. ¡Gracias, team florense, por habernos librado de la pesadilla de las pesadillas: un título leonino! ¡Lástima que no les metieron un par de goles más! ¡Palo, palo, palo palo bonito palo es, eee, somos campeones otra vez!”.
Descargo de responsabilidad: perdón, estimados lectores: no sé qué hacer con Mr. Hyde. Este columnista declara no ser responsable de sus pueriles y ponzoñosos comentarios. Procuraré no volver a tomar la poción que lo hace apoderarse de mi persona.