Puntarenas. El calor del Puerto, una vez más, terminó por asfixiar las ganas a un Saprissa que soñó con acabar con su nefasta racha en suelo chuchequero, pero que en lugar de eso se topó con un Puntarenas lleno de agallas.
El empate sin goles en el Lito Pérez bien puede verse como el premio justo para dos equipos que se excedieron en el cálculo y la cautela y que dejaron para muy tarde las ganas de celebrar.
Por primera vez en el torneo, Daniel Casas varió la nómina tibaseña y le abrió paso a Ricardo Costa en la titular.
Fue un cambio tan anunciado como esperado, solo que bajo una coyuntura compleja, por no decir equivocada.
Casas no quiso jugar con el esquema y plantó a la S con su acostumbrado bloque de tres creativos, un desperdicio en una cancha pequeña como la del Lito.
Esta vez, Cancela y compañía no pudieron poner a caminar su máquina de toque y posesión, no cuando apenas tenían espacio de recibir y pasar porque en la Olla no hay espacio para adonarse.
Lo mismo le pasó entonces a Costa, que ya dejó claro que prefiere el pase al remate y que tampoco es el centrodelantero prometido.
Ojo, el brasileño tiene lo suyo, pero hasta la fecha ha dejado claro que no es el “9” esperado.
Puntarenas, en cambio, se apoyó en la gambeta corta de Daniel Quirós y el toque de Maykol OrtIz y Diego Brenes para poner a caminar su engranaje, solo que, al igual que la visita, lo hizo muy tarde.
Hasta tarde. Pese al calor, el choque en el Pacífico tardó muchísimo en aumentar revoluciones.
Si bien Víctor Bolívar, la gran figura morada ayer, evitó que OrtIz pusiera el grito de gol al 27’, esa y un cabezazo de Costa fueron las únicas emociones reales en un primer tiempo para el olvido.
Sin embargo, en el segundo las cosas calentaron. Brenes estrelló un balón en el ángulo, Bolívar volvió a salvar a la S y Jordan Smith dejó claro que lo suyo no es el remate a portería.
Es cierto, quizás las agallas naranjas merecieron algo más que el empate, pero Saprissa también hizo lo suyo para ganarse el punto, porque si bien viajó al Puerto por un botín mayor, no caer derrotado ante el calor asfixiante de la Olla debería saber a victoria.