El bisfenol A o BPA es una sustancia química utilizada desde los años 60 para fabricar el plástico que se emplea en los envases de alimentos y bebidas, en empastes dentales, pinturas y los cristales de los anteojos y hasta en los biberones, entre otros objetos cotidianos.
Hace mucho se estudian las amenazas –si las hay– de este compuesto químico para la salud. Esta semana, cuatro nuevos reportes se sumaron a la lista de alertas.
Primero, un estudio publicado en la revista PLoS ONE alertó que las niñas entre 9 y 12 años que presentan niveles más altos de bisfenol A en la orina tienen doble riesgo de ser obesas que aquellas con concentraciones menores.
Este estudio coincide con otro publicado en Journal of the American Medical Association (JAMA) en el 2008.
En segundo lugar, otro de la Universidad Estatal de Carolina del Norte –difundido también en PLoS ONE– demuestra que la exposición al DPA durante los primeros años de vida (incluyendo el periodo de gestación y la lactancia) puede generar altos niveles de ansiedad debido a cambios en la expresión de genes en la región cerebral de la amígdala, vinculada a emociones como el miedo.
En tercer lugar, un estudio británico hecho por las universidades de Exeter y Cambridge advirtió de que existe relación directa entre los niveles altos de bisfenol A en la orina y una enfermedad caracterizada por estrechamiento de arterias, que puede provocar anginas de pecho e infartos y se llama la estenosis grave de la arteria coronaria.
Finalmente, un cuarto reporte de la Universidad de París-Diderot también señaló riesgos para los dientes. Esa investigación, hecha en ratas recién nacidas, mostró que la exposición diaria a bisfenol A daña el esmalte de los dientes e incluso podría causar hipomineralización incisiva molar. Este último es un mal que afecta a cerca del 18% de los niños entre 6 y 8 años.