Pensar en algo diferente, distraerse o hacer alguna actividad sí hace que la sensación de dolor de una persona sea menor.
Sin embargo, no es algo solo psicológico, el dolor en realidad se vuelve ligeramente más débil.
Así lo señala un estudio realizado por la Universidad de Hamburgo en Alemania publicado en la revista Current Biology.
“Esto le da fuerza al rol de la terapia cognitiva-conductual en el tratamiento de personas que tengan dolor en cualquier otra zona del cuerpo, sin importar su causa”, cita el documento.
¿Cómo se hizo? Christian Sprenger y sus colaboradores tomaron a 100 personas. A todos ellos se les pasaron dos tipos de exámenes prácticos, uno fácil y uno difícil, y que requerían concentración y habilidades de memoria. Mientras realizaban las pruebas, les aplicaban niveles fuertes de calor en sus manos, los que producían dolor.
Las reacciones de los participantes se medían a través de resonancias magnéticas. Los científicos vieron cómo cuando los pacientes estaban más concentrados, el cerebro generaba más opiodes endógenos, sustancias que están relacionadas con el alivio del dolor.
Mientras realizaban el examen más difícil, cuando estaban más concentrados en el examen y no podían prestar tanta atención al dolor, los niveles de dolor bajaron entre 20% y 30% en los participantes.
“Esto nos demuestra que el fenómeno no es solo psicológico, más bien se trata de un mecanismo neuronal que reduce el número de señales de dolor que suben desde la médula espinal hasta regiones más altas del cerebro”, explicó en un comunicado de prensa Sprenger.
Los investigadores señalan que aunque mantenerse distraído o concentrado en otras cosas no quita del todo el dolor, sí podría ayudar a la persona a aliviar un poco el dolor en lo que los medicamentos le hacen efecto.