En Perú, por ejemplo, se instaló en el 2008 la Carrera Pública Magisterial, la cual define contratos y sueldos con base en criterios meritocráticos. Los resultados de las primeras evaluaciones mostraron que la mitad de los maestros no pudo hacer cálculos aritméticos simples. Así, en la última prueba, de marzo de este año, solo el 11% aprobó.
En Ecuador, en tanto, existe desde el 2009 una evaluación obligatoria a docentes, que fue también muy resistida.
En Brasil hay pruebas de desempeño en Río de Janeiro o Pernambuco, pero en el 2012 se implementará una prueba nacional para los docentes de niveles iniciales.
En Argentina, donde el salario docente se define principalmente por antiguedad en el cargo, el Gobierno no parece por ahora tener planes de instalar estas formas de evaluación, que ya cuentan con el rechazo público de los gremios.
En cualquier caso, la docencia sigue siendo una profesión con un bajo nivel de valoración social en la mayoría de los países de la región.
En Uruguay, la mitad de los docentes que ingresan en los institutos de formación fracasaron antes en carreras universitarias. La matrícula del magisterio se ha reducido en ese país un 30% en los últimos tres años, y en el 2010 se recibieron 100 maestros menos que en el 2009.
En Puerto Rico, solo el 24,9% está satisfecho con su remuneración y apenas un 11% cree que la sociedad valora su trabajo.
Para compensar, en Chile, el Gobierno creó en el 2009 la prueba Inicia, un diagnóstico voluntario del nivel de preparación de los egresados en pedagogía, que se espera instalar como obligatoria para determinar el nivel de salario inicial de los docentes.
Este año, además, debutó la beca Vocación de Profesor que costea el 100% de la carrera a los alumnos destacados que elijan pedagogía como carrera universitaria.