No hay muchos animales salvajes que le puedan hacer frente al león. Estos voraces depredadores son capaces de derribar grandes presas como los ñúes, las cebras e incluso las jirafas. Pero no son invencibles.
Un nuevo estudio realizado por el museo Field de Chicago determinó que los puercoespines, grandes roedores que pesan alrededor de 18 kilos y que están cubiertos por largas y punzantes púas -que alcanzan unos 30 centímetros de longitud-, pueden ponerlos en problemas.
Al menos cincuenta leones han sido heridos o muertos por tratar de comérselos, según comprobaron los investigadores tras analizar reportes históricos desde el siglo XVII y restos óseos del animal presentes en la colección del museo, que presentan todavía púas incrustadas en cráneos y dientes.
La carne del puercoespín africano es apetecida por los depredadores, incluyendo los humanos. Pero llegar a ella es un gran desafío, ya que sus púas -compuestas de queratina, el mismo material que el cabello y las uñas- pueden desprenderse y quedar atrapadas en la carne de quien los ataca.
Los investigadores determinaron que un león suficientemente hambriento puede tomar la decisión de atacar un puercoespín, pero rara vez la faena termina bien.
Los leones más vulnerables son los jóvenes y solitarios, porque cuando están en grupo otros individuos de la manada pueden ayudarlos a extraer las púas. Una púa sin extraer puede incluso llevarlos a la muerte.
“En general, ellos mueren por los efectos derivados de las heridas que sufren”, dice a “El Mercurio” el zoólogo Julian Kerbis, autor principal de la publicación, aparecida en la revista Journal of East African Natural History.
Esto puede ocurrir por infecciones que los debilitan y les impiden perseguir a sus presas habituales, por lo que terminan muriendo de hambre, indica.
Los que han quedado con púas incrustadas presentan problemas para comer u olfatear sus presas, lo que a la larga también los puede llevar a la muerte.
Muerte directa
Hay un solo caso reportado de muerte directa por efecto de las púas tras un enfrentamiento. Fue informado durante 1656 en el diario del holandés Jan van Riebeeck, quien estuvo a cargo de la colonia de El Cabo, en lo que hoy es Sudáfrica, entre 1652 y 1662, cuenta Kerbis.
En este caso las púas penetraron profundamente la cavidad torácica. No obstante, durante el estudio también tuvieron acceso a imágenes recientes de dos leones del Parque Nacional Tsavo, en Kenia, con lesiones similares a la del ejemplar de 1656.
“En uno de los dos casos la púa fue eliminada por veterinarios de la unidad de vida silvestre del parque y en el otro la leona la logró eliminar por sí misma de alguna manera, tal vez con la ayuda de otra leona”, destaca Thomas Gnoske, quien también participó en el estudio.
El estudio surgió porque muchos leones que han atacado a humanos presentan lesiones de púas de puercoespín.
Los datos sugieren que cuando los leones se ven obligados a comer puercoespines, existe un problema con la disponibilidad local de alimento. Esta condición los lleva a buscar presas alternativas, incluyendo en ocasiones al ser humano.
Los puercoespines, justamente por su temible capacidad defensiva, prácticamente no tienen depredadores, dice Ezequiel Hidalgo, veterinario de Buin Zoo. Eso, explica, los hace vivir más tiempo que otros animales. En su ambiente natural alcanzan sobre los 15 años y en cautividad hasta los 28. GDA/El Mercurio/Chile