Costa Rica quiere dar un giro a su actividad pesquera y así conquistar a aquellos consumidores, que a nivel internacional, estarían dispuestos a pagar un poco más, con tal de tener certeza de que el producto adquirido cumple con los más estrictos estándares de sostenibilidad.
Por lo menos esa es la expectativa del Gobierno con el lanzamiento del ‘Proyecto de Mejoramiento de Pesquerías’ (FIP por sus siglas en inglés), que permitiría a las autoridades tener una completa trazabilidad de cada uno de los eslabones de la cadena productiva y poder certificar a nivel internacional, las buenas prácticas de la industria pesquera tica.
Este sello sería otorgado por el Marine Stewardship Council (MSC), una entidad independiente que premia a las pesquerías del mundo por desarrollar su actividad comercial de manera sostenible.
Hacia la pesca sostenible
FUENTE: PROYECTO DE MEJORAMIENTO DE PESQUERÍAS. || w. s. / LA NACIÓN.
Inicialmente la propuesta se aplicará en el Pacífico en las pesquerías de atún, pez dorado y pez espada. Comprende tanto las flotas de palangre, como las que emplean el llamado palo verde o green stick, un arte de pesca complementario que utilizan las flotas pesqueras de mediana y avanzada escala.
“Queremos que nuestros productos a nivel internacional se creen fama de que son de muy buena calidad”, dijo Daniel Carrasco, presidente ejecutivo de Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca).
Calidad es clave
La exportación de atún, pez espada y dorado en el 2018, alcanzó los $26,8 millones (más de ¢15 mil millones, al tipo de cambio actual), según cifras de la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer).
El proyecto se desarrolla en alianza con los sectores exportadores y productivos pesqueros del país, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
“Vamos a mejorar el desempeño social, ambiental y productivo, por medio de la cadena de valor de los productos pesqueros; desde la extracción, producción y hasta la comercialización. Tener una trazabilidad del producto y un sello internacional que nos caracterice, no solamente por la venta en cantidad, o volumen, sino por la calidad", explicó el jerarca a La Nación.
A modo de ejemplo a seguir, Carrasco mencionó el caso del café costarricense, que compite con países que venden grandes volúmenes, como Brasil y Colombia; pero más por su alta calidad y no tanto por cantidad.
La caficultura también es una actividad que poco a poco introduce prácticas más amigables con el entorno natural. De hecho el 22% del café costarricense se produce de manera sostenible y es bajo en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Robert Nunes, vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria Palangrera de Costa Rica, expresó que la iniciativa"es un paso más que el país da en el esfuerzo de promover una pesca sostenible y un paso necesario para llegar a un mercado de consumo responsable, que exige cada vez más el cumplimiento de estándares de sostenibilidad.
"Nuestro compromiso como pescadores es aplicar mejores prácticas y contribuir con la implementación de este proyecto como lo hemos venido haciendo con otras iniciativas similares desde el 2004”, señaló el representante del sector pesquero en un comunicado de prensa del proyecto.
Mejoras introducidas
Pero, ¿cómo se espera mejorar las prácticas de este sector productivo?
"(...) la acción prioritaria del FIP es el plan de manejo de la pesquería de dorado, atún y pez espada, que implica generar procesos de toma de decisiones efectivos, mecanismos de seguimiento, control y vigilancia (satelital), y el cumplimiento de las medidas de gestión de la pesquería con un claro proceso de monitoreo y evaluación del desempeño del sistema, algo que como país y autoridad pesquera podemos aprovechar.
"Este es un proyecto inédito que involucra no solamente a la flota de palangre, sino también al sector exportador y a los compradores internacionales que reciben un producto, resultado de una pesca responsable, que puede generar grandes beneficios, pues es el tipo de soluciones que buscamos para ordenar la pesquería, fortalecer a los pescadores y al mismo tiempo asegurar la sostenibilidad del recurso pesquero”,explicó el titular de Incopesca.
Por medio de esta información, se espera conocer, de manera fidedigna, dónde y cuándo se realiza la actividad; para identificar si son áreas de pesca responsable.
Esto con el fin de garantizar al consumidor, que los productos del mar fueron capturados o extraídos, de conformidad con los estándares que dicta la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) a través de su Código de Conducta para la Pesca Responsable.
Lo anterior, se espera lograr por medio de un plan de trabajo planteado hasta el 2023, que prevé la introducción paulatina de mejoras. Si bien Estados Unidos es el principal comprador del país, con esta transformación se espera conquistar nuevos mercados en la Unión Europea.
Según las estimaciones del Gobierno, con la mejora en las pesquerías de atún, dorado y otras especies de pelágicos (que viven en las aguas superficiales en alta mar) se podrían beneficiar más de 70 mil personas que trabajan vinculadas al sector; ya sea propiamente en la actividad de pesca, o relacionadas al procesamiento, distribución o exportación de productos marinos.
Hasta el 2018, un grupo de 38 naciones había logrado certificar más de 228 pesquerías en todo el mundo, para un 14% de la captura mundial, equivalente a 10 mil millones de toneladas de 141 especies pesqueras distintas, indica un comunicado de prensa sobre el proyecto.
A futuro el Incopesca espera que el país cuente “con una actividad pesquera y acuícola que sea adecuadamente administrada, eficiente y resiliente, para contribuir en lograr ecosistemas saludables y sostenibles con el tiempo”. Más adelante, la iniciativa también se buscaría aplicar para la pesca artesanal.