El 9% de las mujeres costarricenses entre 12 y 19 años, registradas en el país en el 2011, vivieron, alguna vez, en cierto tipo de unión conyugal.
Esa es la alerta que lanzó ayer el informe Uniones tempranas y embarazo en la niñez y en la adolescencia en Costa Rica, hecho por el Centro Centroamericano de Población (CCP) de la Universidad de Costa Rica, a solicitud del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Esto quiere decir que de las 318.920 mujeres en ese rango de edad, unas 27.485 convivieron con un hombre según algún tipo de vínculo.
La más común de esas asociaciones fue la unión de hecho (popularmente conocida como unión libre), que representa el 7%, y en menor medida, el matrimonio con un 1,3%.
El estudio detalló, además, que de esas 27.485 muchachas que estaban en unión libre o casadas, 13.795 (4,3%) dieron a luz a por lo menos un hijo; es decir, se catalogan como madres adolescentes.
Las parejas de esas jóvenes son, en su mayoría, hombres que se ubican en el grupo de edad entre 20 y 24 años de edad.
La autora del estudio, Alejandra González, dijo que para realizar el análisis tomaron en cuenta los datos del Censo de Población 2011, así como los registros de matrimonios y nacimientos correspondientes a ese mismo año.
Población en desventaja. Unir sus vidas a hombres mayores que ellas y, además, quedar embarazadas, son dos ingredientes, que, combinados, significan un deterioro en la calidad de vida de miles de adolescentes en el país.
Según explicó González, la investigación lo comprueba.
“La información disponible no nos permite determinar si la unión se produce a raíz de un embarazo o si el hecho de convivir con un hombre aumenta las posibilidades de embarazo, pero sí podemos afirmar que el panorama para ellas es adverso”, declaró.
Similar criterio expresó la coordinadora del Programa de Género de UNFPA, Mercedes Álvarez.
“El informe nos revela que los mayores porcentajes de mujeres, que viven en algún tipo de unión, se concentran en zonas rurales, tienen un bajo nivel de escolaridad, viven en condiciones de hacinamiento y no poseen vivienda propia”, dijo Álvarez.
Las cifras evidencian, además, que dentro de ese grupo de adolescentes, que viven en algún tipo de unión, existe una alta incidencia de embarazo en muchachas indígenas (19,2%) frente a las que no son de esas etnias (8,4%), así como en mujeres inmigrantes (22%) frente a las costarricenses (7,6%).
“El embarazo en la adolescencia es producto de una combinación de situaciones de desigualdad y de exclusión y negación de sus derechos humanos básicos. Las muchachas, en esas condiciones, tienen pocas oportunidades de ser personas autosuficientes e independientes”, comentó Álvarez.
Según información del Registro de Nacimientos de Costa Rica, cada año, alrededor del 18% o 19% del total de nacimientos en el país son niños de madres adolescentes. La gran mayoría de esos nacimientos corresponde a mujeres entre los 18 y 19 años; sin embargo, se han registrado partos a edades muy tempranas y en condiciones desventajosas para ellas. Por ejemplo, el 73,9% de los nacimientos en adolescentes, entre 15 y 17 años, ocurrieron fuera del matrimonio contra un 26,1% dentro de esa figura.
Varios expertos que intervinieron en la presentación del informe manifestaron su preocupación ante el fenómeno. El asesor de Salud Reproductiva de UNFPA, Óscar Valverde, declaró que dentro de ese esquema subyacen condiciones de abusos y violencia contra la mujer. Igual criterio expresó la fiscala adjunta de la Fiscalía Especializada contra la Violencia de Género del Poder Judicial, Eugenia Elizondo.
“No podríamos hablar, a mi criterio, de relaciones conyugales o uniones de hecho, si se trata de relaciones con menores de 15 años. Aquí el embarazo es resultado de una situación delictiva. El Código Penal señala, claramente, que cualquier embarazo antes de esa edad es un delito”, dijo Elizondo.