El ingeniero eléctrico Roberto Guzmán Gutiérrez se enteró de la emergencia y de inmediato llamó a jerarcas del Centro Nacional de Control de Energía del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) para comunicarles que no llegaría al trabajo.
Ayer tenía una misión mucho más importante que cumplir.
Tomó un abrigo, los zapatos de trabajo, desayunó rápidamente y se dirigió hacia calle Lajas, en El Carmen de San Antonio de Escazú, para unirse a la búsqueda de las víctimas de una avalancha.
No conocía a nadie, tampoco le pidieron ayuda, pero eso no era necesario. Para este profesional de 29 años “ayudar a quien lo necesite es un acto de solidaridad”.
“Soy de Escazú, eso es suficiente. Vine a colaborar, a poner mi granito de arena”, expresa, mientras quita pesadas piedras del cauce de un río achocolatado por donde, antenoche, un torrente de lodo y piedras dejó un rastro de muerte y destrucción.
No descansa y, si se detiene, es para animar a otros voluntarios quienes parecen agotados tras horas de trabajo. “Vamos amigos, los encontraremos a todos”, les dice una y otra vez, al tiempo que empuja un pesado tronco.
El cauce del río Lajas aumenta de pronto y entonces alguien grita: “¡Viene una cabeza de agua!”. Todos corren para ponerse a salvo. Tras el susto, regresan a sus tareas, con el mismo entusiasmo.
En el grupo hay vecinos, miembros de la Cruz Roja, bomberos y oficiales de la Fuerza Pública.
Muchos no se conocen, pero se hablan como si fueran amigos de toda la vida, y comparten agua, galletas y otros alimentos livianos.
“Vamos, necesitamos más hombres para quitar estas piedras, ánimo, sí se puede”, grita un socorrista en un sitio donde antes se levantaban varias casas, de las que no queda ni una lata de zinc.
Minutos después, los gritos de alegres voluntarios avisan acerca del hallazgo de otro cuerpo. Es un hombre a quien identificarían luego como Johnny Hernández, de 20 años, cuya casa fue aplastada por enormes rocas.
Cuando lo trasladaban hasta el sitio donde habían colocado otros cuerpos, una joven de unos 18 años lo reconoce y estalla en llanto.
Era su novia, quien hasta ese momento guardó la esperanza de hallarlo con vida. Sus gritos de dolor estremecieron a todos. La joven lloró hasta quedarse sin lágrimas. Otros rezaban en voz baja.