La exhibición arqueológica Costa Rica, tierra de maravillas promueve a nuestro país en Cádiz, España. Ya lo había hecho en Montreal, Canadá. Luego se mostró en el Museo Nacional de Costa Rica, donde la señora alcaldesa de Cádiz la vio y le surgió la inquietud de mostrarla en el ayuntamiento que dirige.
La circunstancia histórica es el segundo centenario de la Constitución de Cádiz, aprobada por la Corte General reunida en esa ciudad el 19 de marzo de 1812. Además, coincide con el otorgamiento de la Capital Iberoamericana de la Cultura, designación que San José ya había recibido. Con el apoyo de la Sociedad Municipal Cádiz 2012 y del Ayuntamiento de Cádiz, la exhibición quedará hospedada en la Casa de Iberoamérica, restaurada recientemente, que se encuentra en el sector antiguo de la ciudad.
Ese bello edificio se construyó entre finales del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX, y fue inicialmente la Cárcel Real y luego albergó el Juzgado de la histórica ciudad. Posee un diseño monumental, con mampostería de piedra canteada, rodeado de ventanas intercaladas por pilastras y un imponente pórtico central.
Los pisos y escaleras son de elegante mármol puesto en la fase de recinto judicial del inmueble. Por propicia coincidencia, las ventanas de su parte posterior miran al océano Atlántico y en dirección a América.
Gadir, Gades, Cádiz. Cádiz es un sitio magnífico, dotado de una ubicación que definió su milenaria historia de puerto privilegiado. El símil para los costarricenses sería Puntarenas, pero con marcadas diferencias tanto en paisaje natural como historia cultural. Los fenicios habitaron el sitio de Cádiz en lo que ya en el siglo IX antes de Cristo fue un asentamiento urbano denominado Gadir .
Siglos después, los romanos hicieron suyo el estratégico lugar; lo llamaron Gades y desarrollaron allí un gran proyecto urbanístico. Cerca de la Casa de Iberoamérica están los vestigios de un teatro romano del siglo I, además de piletas destinadas a salar pescado dentro de la zona de mareas.
Los árabes ocuparon el importante puerto, junto a otras regiones de Andalucía. En el siglo XVII, la ciudad se fortificó y amuralló.
Conceptos de su arquitectura se aplicaron en puertos americanos, como los de La Habana y Cartagena de Indias. Durante los siglos XVIII y XIX, Cádiz experimentó un periodo de auge, movido –como en subsecuentes tiempos de la República Española– por las industrias pesquera, tabacalera, salinera, naviera y turística. Hoy, Cádiz es una hermosa ciudad, suma de toda esa historia, limpia y con modernas obras municipales.
El verde de Costa Rica. Tierra de maravillas será parte de la oferta cultural que ofrece Cádiz desde el 25 de julio al 25 de octubre. En ese lapso se traslapa parcialmente en la Casa de Iberoamérica con la exhibición arqueológica peruana El señor de Sipán.
El montaje costarricense irradia con una museografía verde que evoca la naturaleza de nuestro país. Se parte de la idea de que el territorio de Costa Rica nunca estuvo dentro de las esferas de dominación de Mesoamérica y ni de Suramérica durante la era precolombina. Escenario de desarrollos propios, dicho territorio experimentó, no obstante, influencias tecnológicas y migraciones.
De hecho, las adaptaciones de tecnologías foráneas fueron convertidas en logros excepcionales. En ese contexto, los alcances de las formas de expresión artística estuvieron en buena parte definidos por dos factores: las condiciones ambientales y la organización política. Tierra de maravillas sigue esas dos vetas temáticas en la exhibición de una sobresaliente muestra que abarca desde 500 años antes de Cristo hasta el contacto con los españoles y la supervivencia de pueblos indígenas.
Magnificencia artística. La exhibición empieza con una sección acerca del estrecho pero complejo marco geográfico y la grandiosa riqueza ambiental de Costa Rica. Representaciones animales precolombinas se comparan con fotos de las especies biológicas.
Luego, la secuencia de periodos arqueológicos, reconocida en tres regiones del país, canaliza la segunda veta del guion temático: el inicio, el crecimiento y el colapso de las sociedades cacicales como organizaciones políticas. Se presentan obras artísticas de piedra, cerámica, jade y oro.
Todos son privilegiados objetos de la élite para ilustrar la magnificencia de los artistas indígenas, aunque algunos artefactos domésticos brindan el sentido de contraste que había entre la vida cotidiana y la exquisitez de los bienes usados para demostrar rango social.
La cerámica y la piedra presentan ubicuidad en todo el recorrido museográfico. El jade, como industria lapidaria venida de Mesoamérica, y el oro, producto del conocimiento metalúrgico llegado de Suramérica, se introducen en sucesión al visitante.
Estos materiales participaron en un cambio ideológico sensible en la historia antigua de Costa Rica. El gusto por el jade decayó, y con ello el símil del agua translúcida y las tonalidades del bosque tropical. El oro tomó fuerza y se situó como medio máximo en la decoración corporal, fundible mediante fuego, poseedor del color del Sol.
Algunos dirían que la hoy Costa Rica fue parte marginal del mundo amerindio; así podría catalogarse, empero, con trascendencias que se perciben en asombrosas destrezas artísticas e intrigantes dimensiones simbólicas. Marginal, sí, pero maravilloso también'
El autor es arqueólogo y trabaja en el Museo Nacional de Costa Rica.