Desde 1994, con Geocities, los perfiles públicos de los usuarios comenzaron a circular por la web. En aquel momento no había banda ancha, no había vídeos en línea y compartir una foto parecía misión imposible por el tiempo que duraba subir información a la red. Hoy, Geocities no existe, pero su sucesor Facebook (2004) ha creado toda una revolución, e invitado a sus compañeros Linkedin, My Space, Twitter, Hi5 (entre otros), a la vida diaria de los usuarios participantes.
En una reciente publicación de La Nación ( Aldea Global, 29/12/2010), nos enteramos de que más de un millón de costarricenses utilizan la red social Facebook como parte de su vida cotidiana. Muchos de ellos utilizan tiempo de trabajo y los equipos informáticos de su empleador para mantener actualizada su vida social virtual. Esta necesidad de mantenerse conectado (que para algunas personas se ha vuelto más bien una adicción) ha convertido a las redes sociales en enemigos públicos número uno de los centros de trabajo.
Sanciones. Muchos patronos en nuestro país, desesperados por la cantidad de tiempo que sus trabajadores invierten en dichos sitios, han echado mano a las tradicionales regulaciones del Código de Trabajo para sancionar a los cibernautas. Recordemos que el artículo 72 del Código de Trabajo, en sus incisos a) y d), prohíbe expresamente al trabajador abandonar el sitio de trabajo sin autorización expresa del patrono y utilizar las herramientas para fines distintos de lo previsto.
En ambos casos, el ingreso y navegación no autorizados en los sitios web podrían facultar al patrono a imponer sanciones, pero, definitivamente, esto no resuelve el problema de fondo, porque la prohibición por sí misma puede provocar más estrés y ansiedad a los trabajadores desconectados de su vida virtual. Es decir, el interés del patrono en mantener la productividad puede terminar provocando un desincentivo a la productividad.
Existen opiniones encontradas respecto al beneficio o perjuicio que conlleva para las empresas el acceso a las redes sociales por parte de sus trabajadores. Por ejemplo, la firma estadounidense Nucleus Research sostiene que 77% de 237 empleados que tenían acceso irrestricto a Facebook confesaron que aprovechaban un momento de su jornada laboral para darse una pasada por la famosa página web de contactos. Según se desprende de dicho estudio, la práctica de utilizar estas redes sociales produce una adicción que tiene una incidencia negativa en la empresa.
En El Financiero (25 de julio, 2010) nos dimos cuenta de que el informe “Cisco 2010 Midyear Security Report” indica que aproximadamente el 45% de los trabajadores utilizan redes sociales en tiempo laboral. El informe también indica que el 7% de los trabajadores gasta, en promedio, 68 minutos diarios en FarmVille, uno de los juegos más populares de la red social Facebook, y en el segundo juego más popular, Mafia Wars, algunos trabajadores gastan 52 minutos diarios, en promedio.
Contrario a lo anterior, algunos estudios, por ejemplo el efectuado por la Universidad de Melbourne, Australia, aseguran que si los trabajadores utilizan el 20% de las horas laborales en estos espacios virtuales, se pueden concentrar mejor porque un descanso corto permite a la mente reponerse del trabajo.
Estos datos, provenientes de otras latitudes, no deben resultarnos ajenos. Por ejemplo, en nuestra empresa, para evitar los abusos con el tiempo de visita a dichas páginas, solicitamos a la persona encargada del departamento de informática bloquear el acceso mediante las redes de la empresa.
Para nuestra sorpresa, solamente unos días después, la mayoría de compañeros(as) ya no utilizaban el equipo ni la red de la empresa, pero sí mantenían activas sus páginas de Facebook y Twitter con actualizaciones y visitas constantes hechas en tiempo de trabajo mediante sus propios teléfonos celulares. En otras palabras, en nuestro caso, la prohibición no era la respuesta.
Posible solución. Una posible solución que pueden valorar los patronos para contrarrestar este nuevo elemento de distracción son lo que algunos psicólogos han denominado los e-descansos (traducción de e-breaks).
En mayo del 2008, una publicación de PopCap.com, indicó que la prohibición para el personal del uso libre de Internet les costaba a los empresarios ingleses alrededor de £4 billones al año, esto como consecuencia del declive de la productividad de los trabajadores.
El estudio reveló que tomar diez minutos de e-descansos durante la jornada laboral reduce el estrés y ayuda a reenfocarse en el trabajo. Asimismo, indicó que por medio de estos e-breaks los trabajadores se distraen menos durante el resto de la jornada laboral, mejorando la eficiencia y la moral del personal, lo cual incide directamente en los resultados de la empresa.
Así, entonces, los patronos de este país deben comenzar a valorar si son viables los e-breaks. Con una autorización de diez minutos diarios, los trabajadores pueden ingresar y ver qué sucede con su vida social sin distraerse durante la jornada laboral, pensando en lo que sucede en su círculo social virtual.
Es importante definir con los trabajadores las reglas para mantener un equilibrio entre la optimización del tiempo de trabajo y el acceso a las redes sociales y demostrarles la confianza que la organización les brinda al darles el descanso electrónico.
En nuestra firma, finalmente decidimos dejar de lado la prohibición y más bien nos unimos a la tendencia. Abrimos un Facebook de la empresa donde compartimos con nuestros clientes y amigos los temas relevantes en materia laboral. Si no puedes contra ellos, mejor úneteles.