EscucharLa mediocridad política está ocasionando un daño profundo a la vida democrática. Las prácticas que reinan en ella semejan un pantano donde lo importante es vencer al adversario a través de un lenguaje soez, conjeturas y argumentos ad hóminem(ataques a la persona). Cercada por el narcotráfico, el crimen, la ineficacia estatal, la mediocridad y el negativismo, la democracia se encuentra ayuna de ideales. ¿Qué hacer?
Pragmatismo. Bueno es recordar a Omar Dengo. Para él la política es un ejercicio educativo, y el político un educador, un maestro. Pedagogía y lucha, estudio y trabajo, rigurosidad y prudencia, ideas que inspiran formas superiores de convivencia. Que lejos de esto el día a día de la política en el pantano, centrada en la creencia irracional de que todo el bien está de un lado y todo el mal del otro. Es bueno, contrario a tal maniqueísmo, leer la experiencia, el pensamiento y la vida de quienes han pasado por la historia en la primera línea de fuego, con toda su carga de luces y de sombras. ¡Cuánta falta hace estudiar a dirigentes como Rafael Ángel Calderón Guardia, Manuel Mora Valverde, José Joaquín Trejos Fernández, José Figueres Ferrer y Óscar Arias Sánchez!
En el pantano político, personajes como estos no se citan ni se recuerdan, y cuando se hace es para odiarlos, insultarlos y despreciarlos, o en su defecto, idolatrarlos. Desde el pantano es imposible comprender que la democracia exige cultivar lo bueno venga de donde venga.
Este pragmatismo de excelencias plantea los temas de fondo, y elige las batallas que vale la pena librar porque en ellas se decide no la mejor forma de dañar el honor de una persona, sino el bienestar del mayor número.
Preguntémonos: ¿qué decisiones tomar para revitalizar la ética pública, y evitar que se convierta en persecución y mofa? ¿De qué modo construir un sistema de educación superior que no excluya a los pobres? ¿Cómo impulsar la calidad de la educación, la ciencia y la tecnología? ¿Qué hacer para preservar y profundizar el proceso de apertura comercial e inserción en la economía internacional? ¿Cómo mejorar los enlaces de la globalización con la cultura emprendedora, las pequeñas y medianas empresas? ¿De qué manera fortalecer a las clases sociales medias, erradicar la pobreza y disminuir la desigualdad? ¿Qué decisiones tomar para construir una gobernabilidad eficiente? Responder este tipo de preguntas supone concentrar las energías en lo principal.
Dialécticas. En relación con lo dicho, es muy positivo que los medios de comunicación, don Óscar Arias Sánchez, don Rodrigo Arias Sánchez, y los expertos e investigadores del país, adelanten criterios, análisis y propuestas sobre estos u otros asuntos, pero resulta en exceso negativo que a los partidos políticos de oposición les cueste tanto explicar y comunicar sus planteamientos estratégicos.
¿Existe una agenda programática de la oposición o debemos hablar de varias? ¿Dónde están los dirigentes opositores que no se presentan como diosecillos moralistas, seguidores del eterno no y el eterno anti-arismo?
Sugiero que en la oposición se deslinden los proyectos políticos que la forman, y cada segmento se dedique a desarrollarlo con su ideario, organización y sistema de alianzas; esto incluye a quienes simpatizan con el chavismo, el sandinismo, el castrismo, y dicen que en Costa Rica existe una dictadura mediática, fraudulenta y transnacional, dirigida por don Óscar, don Rodrigo, doña Laura, La Nación , el Tribunal Supremo de Elecciones y la Corte Suprema de Justicia. De este modo sabríamos quién es quién en la oposición, no existirían mezclas oportunistas ni minorías camufladas en retóricas aliancistas. Me atrevo a diferenciar tres perfiles opositores: centro/liberal socialcristiano, centro/izquierda e izquierda mesiánica. Pretender reunir en un solo bloque a proyectos tan distintos, es un engaño y una irresponsabilidad “Primero escalo yo la cumbre del Everest – escribió don Julio Rodríguez – que se logre consumar la alianza de los partidos de oposición para el 2014”.
¿Qué decir del Partido Liberación Nacional? En los sesenta años de su historia, se observan tres períodos claves. Primero, una larga fase de crecimiento sostenido (1951-1990), segundo, una etapa de indefinición, retroceso y divisiones internas (1990-2002) y, tercero, un nuevo período de ascenso que culminó con dos victorias electorales consecutivas (2006 y 2010). En la situación actual, su desafío es formular una tesis programática renovada, fraguada en la unidad de sus fuentes históricas y corrientes principales. Conviene, además, un liberacionismo abierto, versátil, no una secta, capaz de incorporar el conocimiento y la experiencia de cada ciudadano.
¿Y el actual Gobierno? Su situación es lamentable. Los cambios que la Presidenta está preparando deben asegurar una mejor gestión política y técnica, así como la creación de un mensaje consistente, coherente y convincente, que motive a la ciudadanía. Al Gobierno le hace falta sintonizar con la gente, y eso constituye una debilidad catastrófica.
Esto último afecta también, en mayor o menor medida, al conjunto de la clase política, la cual padece un serio problema de comunicación originado en la consolidación de un fenómeno que está transformando al mundo: La auto-comunicación de masas a través de la Sociedad-Red, hecha posible gracias a Internet y las redes sociales. La Sociedad-Red opera con autonomía respecto a los centros tradicionales de poder, y eso disloca y desorienta las formas comunes de influencia social y política, lo que obliga a una modernización inédita de los partidos políticos nacionales, sus dinámicas organizativas y vínculos con el entorno.
La libertad es el poder de la prensa. Un aspecto cardinal del esfuerzo por salir del pantano político se relaciona con los medios de comunicación. La libertad de prensa es un requisito irrenunciable de su objetividad y sentido crítico. Cuando la prensa es libre, se convierte en agente de cambio positivo, moderniza su gestión, profesionaliza el abordaje de la noticia, y contribuye a nutrir la vida intelectual y el debate público, a través de editoriales y foros. De aquí deriva, por ejemplo, la importancia crucial de las páginas de opinión y de la histórica Página Quince de La Nación, muestras elocuentes de análisis cotidiano y pluralista.
En este contexto, tan esencial es referirse a los aspectos negativos de la vida social y política, como subrayar lo meritorio y esperanzador. Es básico hacerlo en un lenguaje atento a la educación política de las personas, la dignidad individual y la prueba disponible. La prensa es así el poder de la libertad responsable.
De ella, de la Sociedad-Red, de la crítica y la autocrítica, de los políticos que no pertenecen al pantano de la mediocridad, del pragmatismo de excelencias, del lenguaje claro y sin insultos, nace cada día lo mejor de la democracia costarricense.
