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Rompiendo códigos

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De todos los eventos que rodearon la inauguración del nuevo y bello Estadio Nacional, solo me interesó, y fue el único al que asistí, la Noche Sinfónica. Tenía mucha curiosidad de observar como un concierto, que generalmente se lleva a cabo en el Teatro Nacional, bajo normas más o menos tradicionales (ya no se exige saco y corbata) iba a resultar en un campo deportivo, con una acústica limitada o no existente, con la compañía de algunas estrellas que no apagaban por completo los fuertes reflectores.








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