Imaginar que el cine latinoamericano tiene los mismo recursos que las producciones de Hollywood sería un buen argumento para una película de ciencia-ficción. Antes que un desánimo, la abismal diferencia entre una industria y otra debe convertirse en una motivación para que los cineastas latinoamericanos lleguen a la mayor cantidad de público sin abandonar los escenarios y las historias de la región.
Ese es el criterio de Armando Casas, director del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México, la escuela de cine más antigua de América Latina. Casas visitó nuestro país hace dos semanas en el marco del Programa Internacional de la Nueva Escuela de Cine y TV de la Universidad Veritas. Conversamos con él sobre los retos del cine latinoamericano.
–¿Cómo contribuye el cine nacional en el desarrollo de un país?
–El cine es una de las mayores expresiones de identidad de cualquier nación. En comparación con las otras manifestaciones artísticas, el cine es la que más fácilmente viaja. Hay pocos embajadores tan eficientes como el cine para cualquier país. El cine es tan estratégico para algunos países, que resulta que en EUA, la nación con la economía más poderosa del mundo, el cine está entre las tres industrias más importantes. Evidentemente, en este país ya no es solo un asunto de economía, sino también de transmisión de ideologías, lo cual es estratégico políticamente.
–¿Se puede hacer buen cine con pocos recursos económicos?
–Hacer cine está al alcance de cualquier país. Hay ejemplos notables, como el de Nigeria, que es uno de los países que más produce cine en el mundo. No es un asunto de dinero, sino de qué tipo de cine queremos hacer. En Latinoamérica, no precisamente debemos copiar el cine hollywoodense , que suele ser muy costoso.
”A los latinoamericano nos corresponde contar nuestras propias historias, y ese cine está a nuestro alcance. En América Latina se discute que, por razones de economía, es difícil hacer películas de época, es decir, filmes que cuenten nuestra historia. Sin embargo, también es un asunto de imaginación: hemos tenido ejemplos de películas de época bien hechas que no han requerido costos tan altos”.
– ¿Cómo competir con la capacidad de distribución que tiene el cine de Hollywood?
–Es un asunto de educación. Debemos enseñarle a los niños la importancia de ver cine nacional. En países como Francia e Inglaterra, ya no se discute que la enseñanza audiovisual sea parte de la educación básica. También es una responsabilidad de los cineastas hacer un cine que tenga comunicación con el público. Esto no implica hacer cine como el que abunda en Hollywood ni hacer cine con fines únicamente de entretenimiento. Nuestras historias, nuestros lugares y nuestra cultura deben contarse de manera emocionante, sensible. Si hacemos cine así, podemos llegar a muchos espectadores.
–¿Qué le diría a un joven cineasta que quiere conseguir esa balanza: hacer el cine que le plazca y llegar al público?
–No es excluyente un cine autoral con un cine que llegue a mucha gente. Un buen amigo dice que no hay películas para todo público, pero sí público para todas las películas. Uno tiene que comunicarse con un público; lo que no se vale es no comunicarse con nadie.
”Yo le diría a un joven cineasta que sea auténtico en todos los sentidos. Es mentira que el cine autoral es un cine solo para iniciados. El ejemplo de Woody Allen es clarísimo: él le llega a un público muy amplio sin traicionarse a sí mismo. En Latinoamérica también hay ejemplos importantes, como González Iñárritu, Alfonso Cuarrón y Guillermo del Toro”.
–¿Está el Estado en la obligación de ayudar el cine nacional?
–El Estado está en la obligación de proporcionar educación y acceso a la cultura. Además, debe fomentar la productividad en todos los niveles y la inversión en ciencia y tecnología. Es indiscutible que el cine forma parte de esta inversión.
–¿Puede darnos ejemplos reales sobre cómo generar recursos para el cine nacional?
–Muchos países tienen leyes que obligan a las películas extranjeras a pagar un impuesto especial por ser exhibidas. Esto se hace en Argentina, Brasil, España, Francia... Todo el dinero recaudado va a un fondo para producir cine nacional. Así, si El hombre de araña 4 es un éxito en taquilla, pues es un éxito también para el cine nacional.
”En otros países es también común que los grandes negocios televisivos estén obligados a invertir parte de sus ganancias en trabajos audiovisulaes de calidad”.
–Una vez que se impulse la producción de cine nacional, ¿cuáles estrategias pueden servir para atraer a la gente a ver este cine?
–No hay manera de competir con las mismas herramientas de comercialización del cine hollywodense . Ellos ya vienen con una promoción anticipada con la que logran acercarse rápidamente a cualquier persona expuesta a los medios de comunicación. En México nos ha sucedido que las películas de más éxito han sido escándalos mediáticos. Hay productores que sueñan con que les prohiban su película, ya que se vuelve en un producto que, por morbo, todos desean ver. Eso a mí me parece lamentable; no creo que sea el camino correcto.
”Una política inteligente debe asegurarle al exhibidor que, si proyecta cine nacional, va a recibir estímulos, de manera que el exhibidor no sienta que si pone en cartelera cine nacional va a perder.
”Además, los productores deben, con los distribuidores, hacer trabajos inteligentes de difusión usando las nuevas tecnologías. Es lamentable pedirle a la gente que vaya a ver cine nacional solo porque es nacional. Se trata más bien de cómo llegar al público que nos interesa”.
–¿Cómo se esta recibiendo el cine latinoamericano en otras regiones, como Europa y EE. UU.?
–Para empezar, una de las cosas más tristes que nos está ocurriendo es que no estamos viendo cine latinoamericano en nuestros países. ¿Cuántas películas latinoamericanas hay en este momento en la cartelera costarricense? Posiblemente ninguna. Si como latinoamericanos no podemos intercambiar nuestro cine, resulta muy difícil llegar a otros lugares.
”Sí hay productos de ciertos cineastas que se vuelven exitosos, pero no forma parte de un movimiento, sino que son excepciones. Asimismo, el interés en los festivales de cine va y viene. Por ejemplo, este fue un buen año para México en Cannes, pero en general no había mucho cine hablado en español.
”Comercialmente somos un desastre, porque comenzamos por no exhibir nuestras películas en nuestros propios países. Un ejemplo contundente: se ve más cine latinoamericano en Francia que en cualquiera de nuestros países”.