Así se señala en un documento enviado por el abad Christian Thouvenot, secretario de los “lefebvrianos”, como son también conocidos, a los superiores de la Fraternidad y a los seminarios que dirigen, con fecha 18 de julio, publicado en el portal de Internet Risposte Catholique.
Las tres condiciones irrenunciables son “libertad de preservar, transmitir y enseñar la sana doctrina de la Tradición de la Iglesia y libertad para defender, corregir y reprender incluso públicamente a los autores de los errores o de las innovaciones modernistas y liberales del Concilio Vaticano II ".
La segunda es el uso exclusivo de la liturgia de 1962 (la que había antes del Concilio Vaticano II, que comenzó ese año) y la tercera es que se les garantice el nombramiento de un obispo tradicionalista.
La segunda condición está ya concedida. Benedicto XVI liberalizó en 2007 la misa en latín.
El problema que se presenta es la aceptación del Concilio Vaticano II, al que consideran una “herejía” y rechazan frontalmente.
Los “lefebvrianos” desataron en 1988 un cisma en la Iglesia cuando su líder, el arzobispo Marcel Lefebvre, ordenó sin permiso de Juan Pablo II a cuatro obispos.