El Ministerio de Hacienda anunció la meta de incrementar la recaudación en un 2,5 por ciento del PIB mediante el nuevo paquete de impuestos. La suma parece pequeña, pero si la reforma fuera aprobada, correspondería a más de ¢500.000 millones este año.
El déficit del Gobierno Central, equivalente a más de un 5 % del PIB en los dos últimos años, amenaza con crecer en 2011 y poner en peligro la estabilidad económica del país.
En el mediano plazo, el incremento del déficit tiene su origen en el aumento del gasto del Gobierno Central. Con la expansión económica del período 2006-2008 los ingresos del Gobierno aumentaron en forma extraordinaria, pero en los años siguientes volvieron a su nivel normal. Los gastos aumentaron, como si la bonanza fiscal del 2006-2008 fuera permanente, y el efecto de ese aumento es el abultado déficit de la actualidad.
Simple paquete de impuestos. Para enfrentar este déficit, causado por el incremento de los gastos, el Ministerio de Hacienda propone un aumento de los impuestos como remedio prácticamente exclusivo. El Poder Ejecutivo ha tratado de adornar el aumento con una directriz para reducir el gasto en el 2011. Sin embargo, la directriz es más un elemento decorativo que una medida sostenible en el mediano plazo para racionalizar el gasto.
En otras palabras, la estrategia del Poder Ejecutivo para enfrentar el tema fiscal se basa, casi exclusivamente, en el aumento de los impuestos y parece no estar dispuesto a asumir la tarea de enfrentar el gasto. El “casi” es para dar el beneficio de la duda. En forma casi cómica, la exposición de motivos del paquete de impuestos dice que en el segundo trimestre del año se hará “la apertura de un diálogo nacional sobre los instrumentos, políticas y objetivos de largo plazo del gasto público”. Suena a puro cuento.
El Poder Ejecutivo quiere más ingresos, pero evita encarar sus propias responsabilidades en materia del gasto. Quiere más ingresos, pero evita asumir compromisos en cuanto a su política de gasto. Pide responsabilidad fiscal a los ciudadanos, pero quiere aplicar la irresponsabilidad en materia de gasto. El paquete de impuestos enviado a la Asamblea Legislativa consta de 80 páginas de detalladas disposiciones para el incremento de los impuestos. En materia de gasto, no contiene ninguna disposición que garantice la eficiencia y la equidad.
Tareas por el lado del gasto. En asuntos de gasto, hay varias discusiones. Una de ellas es el tamaño del gasto en relación con la economía nacional. Para algunos, el Estado debe ser pequeño y para otros debe ser más grande, según sus preferencias ideológicas. Pero este no es el único tema, ni necesariamente el más importante. Desde mi perspectiva, es más importante saber si el gasto tiene un impacto positivo sobre el bienestar de las personas y la productividad de las empresas.
Desgraciadamente, en Costa Rica no se evalúan los programas y proyectos del sector público. Por ejemplo, se conoce con certeza cuánto es el gasto en policías, pero no se sabe si ese gasto significa mayor seguridad ciudadana. Así, prácticamente en todos los programas del sector público no hay evaluación, ni rendición de cuentas.
Por ejemplo, el sector público gasta muchos millones de colones en los programas sociales de combate a la pobreza, pero no hay evaluación del impacto de ese gasto sobre la reducción de la pobreza o la mejora de las condiciones de los hogares pobres. Las políticas de combate a la pobreza están desarticuladas entre muchas instituciones que no atienden con integralidad a los hogares pobres. Cada Gobierno “inventa” sus programas para brillar políticamente (la red de cuido es el sabor del mes en la presente administración) y muchos programas se usan para atender clientelas con criterio electoral.
Otro ejemplo de los problemas de eficiencia del gasto público es el síndrome de tramitología, que no protege al ciudadano pero resulta costosa tanto para el sector público como para el privado.
Los dos ejemplos anteriores son una pequeña muestra de las tareas pendientes y olvidadas del Poder Ejecutivo en materia de gasto. No tendría sentido aprobar más impuestos si no hay garantía de un mejor uso de los recursos públicos. Parece que el Gobierno ve el asunto del gasto como si fuera harina de otro costal.