Por su trabajo como bióloga marina, Enriqueta Ramírez suele caminar por la playa. A su paso, encuentra botellas, bolsas y diminutas partículas de plástico que cada vez son más abundantes en costas, mares y ríos.
Ella forma parte de Plastic Pollution Coalition, grupo de organizaciones estadounidenses y centroamericanas que alertan sobre la contaminación por plástico y sus consecuencias para la salud de los ecosistemas.
Somos una sociedad adicta al plástico y las consecuencias las estamos viviendo. Nos hemos enfocado mucho en hablar de limpiar y reciclar, pero reciclar ya no es suficiente. Realmente tenemos que cambiar nuestro consumo.
Las estadísticas sobre cuánto se recicla en Centroamérica todavía son muy vagas, pero sí sabemos que los números de lo que se recicla van desde 0,5% hasta un máximo del 15%.
”La pregunta es: ¿dónde está el 80% de los desechos plásticos que no pasan por el proceso de reciclaje? Están en ríos, el mar y en las playas, donde el plástico se está convirtiendo en partículas tóxicas que se incorporan a la cadena alimentaria y terminamos consumiéndolas.
”Aunque los esfuerzos por reciclar son válidos, sí quisiera recalcar que aunque se recolectara todo el plástico –que se ha producido desde los años 60– sería imposible lograrlo.
”Lo que nos queda por hacer es cortar con esa adicción”.
Los números varían y ese es otro factor que nos juega en contra. No hay realmente una cuantificación; sí se sabe cuántas toneladas de plástico se reciclan, pero no cuántas toneladas se generan y ese dato no está accesible al público.
”Aunque no tengamos ese dato, la evidencia está en la misma playa. Todas las riberas de las islas del golfo de Fonseca –ubicado entre El Salvador, Honduras y Nicaragua– están cubiertas por botellas plásticas en un 45%, bolsas plásticas en un 25% y el resto es una combinación de distintos productos como pañales, sandalias y vajillas desechables.
”Eso es lo que vemos, ¿y qué pasa con lo que no vemos?
”Mucho se habla ahora de las opciones biodegradables, pero se necesitan mucho más estudios.
”Por lo que sabemos, este plástico es fotodegradable (se descompone al estar a la intemperie en contacto con la luz y otras condiciones ambientales). Entonces no es que desaparece, sino que se va convirtiendo en partículas más pequeñas y más difíciles de monitorear y limpiar.
”¿Qué es lo más fácil: limpiar o desde un principio no ensuciar del todo? Esa es la reflexión que, desde la coalición de organizaciones, queremos dejar”.