De acuerdo con la encuesta de Unimer para La Nación , publicada por este periódico el domingo pasado, la satisfacción de los costarricenses con su democracia y su sistema político ha decaído. Los ciudadanos que dicen estar “muy satisfechos” con el sistema político nacional pasaron del 55% al 35% entre el 2006 y el 2012.
Por otra parte, el 40% de los encuestados opina que la democracia no funciona para resolver los problemas del país. En el 2006 este grupo era de solo el 12%. Asimismo, aumentó el número de personas concordes en que el presidente de la República gobierne al margen de los partidos políticos o de la Asamblea Legislativa. Estos son algunos criterios, pero si se lee la encuesta con más cuidado sobre la responsabilidad personal de este desplome, se advierte que las baterías se dirigen no ya contra el Gobierno en general, sino contra los partidos políticos y más concretamente contra los diputados, hasta rematar con la opinión del presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, Luis Antonio Sobrado, al decir que “los partidos políticos tienen su cuota de responsabilidad” en este descenso. El 54% de los encuestados en el 2012 opinan que una democracia puede subsistir sin partidos. En el 2006 pensaban así el 71%.
Otras notas sobre el papel de los partidos políticos son más explícitas y dicen que, en vista de la inoperancia de los partidos, es mejor que no existan, lo que guarda relación con la Asamblea Legislativa, pues si en el 2006 el 20% de los encuestados tenía dudas sobre la existencia de esta institución, en el 2012 este número se eleva al 32%. Se trata de estocadas contra el corazón del sistema democrático que ameritan una reflexión profunda y una investigación sobre las causas de este elevado desánimo.
¿Qué significa una reflexión profunda y una investigación sobre las causas del desánimo? La misma encuesta nos lo dice. Una vía es la de siempre: la retórica, la misma que ha acunado nuestras campañas políticas y la acción de los Gobiernos, la que hoy nos dice que el 40% de los encuestados cree que esta democracia no sirve para resolver los problemas nacionales. La otra vía es la que se funda en resultados, es decir, que combina la democracia con sus frutos, que el pueblo ve y sobre los que funda sus esperanzas. Desde este punto de vista, nuestra política debe dar un viraje total.
Da pena, por ello, escuchar las declaraciones de los actuales diputados y de los pretendientes a la presidencia de la República y a la Asamblea Legislativa. No tienen noción del significado y alcance de la política, y ni siquiera del país en que están viviendo y que pretenden dirigir. Ellos son los responsables, como dice la encuesta, de la situación actual. Léanla.