Luciano Goizueta lucianogoizueta@yahoo.com.ar
Austera es un acrílico sobre tela de 200 cm de alto por 250 cm de ancho montado en un bastidor de 7 cm de grosor. Esto le da la ilusión de peso que un bastidor delgado no logra. En esta pieza usé la técnica habitual en mis pinturas: el acrílico. A veces trabajo sobre madera, pero la mayoría del tiempo –como en este caso– lo hago sobre tela.
Partí de un fondo negro en vez de blanco, como habitualmente lo hacía, porque, partiendo del negro, lo que uno pinta es la luz, y esto constituye una manera mas natural de copiar la realidad. Es que lo que existe en la realidad son objetos oscuros; al chocar contra ellos, la luz rebota y nos los revela. Es decir, la luz está encima de la sombra, por lo que, si se parte de un fondo blanco, se invierte el proceso natural al pintar la sombra sobre la luz.
El color turquesa utilizado de fondo para la bicicleta se pintó después, y los espacios en sombra (el fondo “real”) es lo único que no pinté. Esta técnica tiene cientos de años de existir, pero en mi caso la utilizo desde hace poco, y me satisface mucho el resultado que logro. Siento que los objetos adquieren una profundidad nueva para mí.
Pinté Austera en noviembre del 2011, y fue la primera pieza elaborada tras mi regreso de un viaje a Shanghái (China), donde participé como invitado en una de las ferias de arte más grandes que se hacen en esa ciudad.
En las ferias de arte internacionales, uno no se conecta con la realidad de una ciudad pues se está en una especie de burbuja junto a gente de muchos países, pero los once días que pasé allá constituyeron una experiencia significativa. El solo hecho de caminar por las calles de Shanghái y de capturar con mi cámara detalles de la vida cotidiana me inspiró para empezar una colección de motos y bicicletas chinos.
Es que desde hace varios años trabajo una serie que titulé Lo que subyace . En ella trato temas relacionados con las ciudades, en especifico con los objetos que dentro de la ciudad pasan inadvertidos, pero que contienen una gran cantidad de información subyacente que solo se descifra al observar con detenimiento.
La mayoría de los objetos que escojo pintar son autos y motos abandonados o en uso, pero a los que se les ha dado un trabajo extremo y hoy muestran un nuevo orden que solo el tiempo es capaz de lograr: un amontonamiento de cosas en caótica disposición, pero a la vez útil. Revelan algo como una mutación de su forma original para adaptarse a las demandas de su dueño.
Me interesan los objetos a los que les cambiaron el uso original; por ejemplo, un auto sin ruedas que se emplea para almacenar partes de motor en su interior y llantas en el portaequipaje, como es el caso reflejado en una pieza que pinté a principios del 2010, Cada cosa en su lugar , inspirada por un carrito que me encontré en un improvisado taller mecánico de Heredia.
Por todo esto, en China no podía dejar de capturar esas bicicletas y motos deformadas por tanto uso. Me maravilló la explotación inusual que se le da a esta herramienta de transporte y, en muchos casos, de trabajo. Me impactó verlas transitar con su carga de tiempo, entretejerse con el paisaje, conformarlo. Se reflejaban en las ventanas espejadas de los rascacielos con su sello profundamente humano, como si fuesen fantasmas de un pasado viviente.