21/03/2012 En el parque la Libertad los eventos del FIA, Flamenco el seor Juan Jos Jaen el Junco en el teatro Melico Salazar y su equipo /ALonso Tenorio (Alonso Tenorio)
El flamenco no solo le pertenece a España, sino a toda la humanidad, así lo cree el bailaor gaditano Juan José Jaen, el Junco, gran figura de la compañía de Cristina Hoyos y quien desde hace algunos años alza vuelo en solitario con mucho éxito.
El artista, quien también fue el primer bailarín del Ballet Flamenco de Andalucía, se alegra de que este arte se practique en diferentes partes del mundo de manera respetuosa, es decir, apegada a su tradición y sin fusiones con otras expresiones que atenten contra ella.
El Junco, de 1,85 de estatura y gran presencia escénica, está en Costa Rica para dar una única presentación.
A él se le verá esta noche en el Teatro Popular Melico Salazar como parte del amplio menú de actividades del Festival Internacional de las Artes (FIA).
A los costarricenses les presentará el espectáculo
Este no es su primer contacto con los costarricenses; según comentó, hace ocho años él vino al país como parte del elenco de la agrupación de la maestra Hoyos.
“Recuerdo que nos trataron muy bien en esa ocasión. Estuvimos aquí una semana y nos presentamos en el Teatro Nacional, una sala muy entrañable”, aseguró.
Sobre su carrera y lo que presentará en suelo costarricense, el artista conocido por la limpieza de sus movimientos habló con
Vengo con ganas de demostrarle al público mi punto de vista de la danza flamenca. Este es un espectáculo tradicional en el que el bailaor va buscando ese momento de duende, como se dice en el flamenco (el duende es ese encanto misterioso que poseen algunos intérpretes de flamenco).
Más que con una historia, este es un recorrido por diferentes palos de flamenco como soleá, seguiriyas, alegrías, bulerías y soleá por bulerías. El flamenco como tal es el argumento en el espectáculo; estamos acostumbrados a que en el teatro siempre hay argumentos. Sin embargo, en este caso la danza habla por ella misma.
”Presentaremos la obra como una historia de amor entre un bailaor y la bailaora, donde él está en la búsqueda de esa inspiración”.
La verdad es que uno puede salir un día a escena, y esa noche no encontrar la inspiración, pero a lo mejor otro día estás cenando con los compañeros en un recinto privado y, simplemente llega, eso es parte de lo que tiene el flamenco de mágico.
”En un marco como este teatro (el Melico Salazar) es muy difícil que no llegue el duende, porque la magia se crea no solo con el flamenco, sino con el público, el teatro, el sonido; todo esto se envuelve en una bola y así se va creando la magia, y ahí aparece el duende”.
Los recuerdos son los de un niño que comenzó a bailar con mucha ilusión; un niño que inició su carrera con una gran figura del baile flamenco, la cual le dio la oportunidad de mostrar su talento.
”Recuerdo que con el paso del tiempo fui integrándome más a nivel personal y profesional, participando, haciendo coreografías y como solista. Cada año, en la compañía, para mí era un pasito más: con ellos aprendí mucho de la vida del teatro, cómo se mueve una luz, cómo se prepara el sonido, el escenario... Te da muchas cosas estar en una compañía de tanta importancia, pues ahora esto se refleja ahora no solo cuando bailo, sino a la hora de atender a los medios de comunicación, de hablar con el personal técnico, de estar al frente de una compañía de siete personas o de 15”.
Para mí ver el pasado es importantísimo, no nos debemos olvidar de quiénes somos y de dónde venimos. Los artistas tenemos la suerte de exponer nuestro trabajo al público; sin embargo, debemos saber que en esto depende de un técnico de luces, de tres o cuatro personas más que trabajan atrás del escenario para que todo salga bien.
”Otro punto que hace que no me olvide de dónde vengo ahora que estoy arriba del escenario es que cuando era un niño me gustaba saludar al artista al final del espectáculo. Ahora sé que como yo, también hay gente que me quiere saludar y eso hay que tenerlo presente”.
Independientemente de que este arte se haya proclamado patrimonio cultural inmaterial (título otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en el 2010), siempre he creído que el flamenco le pertenece a la humanidad, porque ha entrado en todos los rincones del mundo desde hace muchísimos años.
”Cuando uno ve espectáculos que se hacen en el extranjero hechos por artistas que no son españoles, notas que cada vez más se trata el flamenco con respeto, no como una fiesta, sino con el vestuario y la música que se merece”.
Si lo hacen bien, me da mucha alegría; tengo amigos argentinos, japoneses que son muy buenos bailaores y siempre están haciendo cosas bonitas por el flamenco.
Yo soy contrario a esas fusiones. A veces funcionan; sin embargo, el bailaor debe saber que uno se dedica al flamenco y que para bailar contemporáneo, claqué o cualquier otra cosa, ya hay otra persona que se dedica a eso.
“Hay gente que fusiona el flamenco con otras músicas y estilos, y eso les puede funcionar a nivel de
Espero que el público reciba la emoción que da el flamenco; que sientan la alegría, la pena, la tristeza; ese cúmulo de sentimientos que da la hora y quince que dura el espectáculo.