Empiezo el año con mala pata, nunca mejor dicho. Me diagnosticaron fasciitis plantar, cosa que solo los entendidos... entienden. No, no, Epson es otra cosa. Sí, una marca, registrada también. En cambio, si uno cuenta que sufre del espolón, de inmediato le ponen cara compungida.
Recurro al diccionario “a lo tico”, pero mi amigo Alf, dichoso, no contempla el vocablo; en cambio Miguel Ángel Quesada sádicamente refiere a una “callosidad profunda y dolorosa que se forma en el talón”. Salado yo, encima ahora en la cuesta de enero, allí donde siempre he sido bueno para “volar patas”..., qué digo, hasta Viena (sí, me contestó el otro, muy, pero bien adentro).
Sin darme ni pizca de alivio, el diccionario de la Academia registra más de una docena de acepciones, siendo la primera: “apófisis ósea en forma de cornezuelo, que tienen en el tarso varias aves gallináceas.” Solo eso faltaba, después de que me recomendaron medicinas y menjunjes, potes y pastillas, ahora esos de la Real me bajan al reino animal. Una yeguada, pues.
Resignado, con cara de caballo, trotando, como no, acabo de comprar un antiflogístico. ¡Santo Dios! A mi, más bien hiperactivo, criticarme por flojo, ¡el colmo! Por suerte el mismo mataburros (ya está) indica que aquello “sirve para calmar la inflamación”. Reposo y más reposo me recomiendan.
¡Horror! Señala aquel remedio que es para “salud animal” y las contraindicaciones refieren a “animales sensibles”... Conspiración mayor me tienen, entre gente dedicada a los estudios lexicográficos y farmacéuticos: ante una dolencia en mis talones, los primeros me vienen con que aquello de espolón remonta también a “pieza de hierro aguda, en la proa de las antiguas galeras, para embestir y echar a pique el buque enemigo.” ¿Cuál buque ni qué ocho cuartos?
Resignado ante amputación previsible, espoleando la esperanza, busco de nuevo por el lado de nuestros hermanos brutos: ¿tú también, Bruto? Continúa el DRAE: “espolón” antiguamente (es decir para nosotros los viejos), refiere a “espuela para picar a la caballería”. Ya está, otra vez. Y siguen de necios: “tener más espolones que un gallo” es “loc. verb. coloq.” por “ser muy viejo”.
Ahora sí, me cayó el euro: “espolón” es “aumentativo de espuela”. Ya está, señores, entendí por fin: feliz año a mis sufridos lectores. Empiezo este año bisiesto con... poca pata, pero con mucha espuela. Por favor, la salida, más tarde, los pies por delante.