13 de marzo del 2012, Casa Amarilla, Cancilleria, exposicin privada Dialogos I, en la imagen Tribu Nuo, China Tu Di Gong, Madera , pigmento Siglo XVIII - XIX atras Andy Warhol Marilyn Serigrafa sobre papel ( La serie completa de 10 ) 1967 / caravaca (Marvin Caravaca)
Las voces que resuenan en el Teatro Nacional y en la Casa Amarilla van del susurro íntimo de un retrato sencillo a la estridencia de una pared salpicada de color. Rostros de las más variadas culturas contemplan al visitante para convencerlo, en su diversidad, de que pertenecemos a la unidad de lo humano.
Con más de 50 obras,
Se trata de una de las exposiciones clave del Festival Internacional de las Artes (FIA). La curaduría de Emmanuel Javogue se ha coordinado con la organización del Ministerio de Cultura y el FIA para traer la exhibición.
Obras que van desde la elegante figura de un dignatario precolombino (250-450 d. C.) a los estridentes trabajos de Jean-Michel Basquiat –sin olvidar a Cindy Sherman– repasan la vasta galería de nuestra creatividad.
En
Dos minotauros, uno de Pablo Picasso en aguafuerte y otro de Jacques Lipchitz en bronce platinado, recuerdan el laberinto creativo que se ha extendido por el mundo. Emmanuel Javogue considera que la unidad proviene de los temas. “No importan la zona geográfica, los periodos, las culturas: se nos muestra que la humanidad tiene las mismas preocupaciones”, explica.
“Ambas exposiciones tienen igual sentido: contraponer y contrastar”, explica Hugo Pineda, coordinador de Artes Visuales para el FIA. “A estas obras las unen sus características formales, lo representado, aunque las separe su contexto, su tema o su autor”, según Pineda.
Un concepto o una figura aparecen vistos desde varios ángulos: las mujeres de Picasso, Jasper Johns y Robert Crumb, por ejemplo, junto a esculturas de los baoulé o los dogon de África. Por su gesto agresivo, una máscara nigeriana de los años 50 está emparentada con los tres dibujos al crayón de Basquiat que la rodean. Caballos, budas, mujeres o la porcelana agrupan las obras disímiles.
“Invitamos al público a que observe los detalles de las piezas y busque las similitudes en sus objetos cercanos; y luego, si quiere, investigue más sobre el autor, su contexto o sus técnicas”, añade el coordinador Hugo Pineda.
De la contraposición nacen encuentros sorpresivos. En tres cuadros pequeños de Paul Gauguin, enamorado de la Polinesia, asoma la mezcla cultural que explora
La ironía reluce en los marcos coloniales del siglo XVIII de las figuras estridentes del neoyorquino Basquiat, además emparentadas con las máscaras: de la urbe más cosmopolita al interior de África y de vuelta, pasando por otra metrópolis, la francesa.
Encontramos la armonía en el desorden, como en la gran pintura de Kysa Johnson, formada por figuras diminutas, o en la pasividad anhelada de la serie
“No todos los objetos fueron hechos con la misma intención”, expresa Javogue. “Los artistas recientes crearon arte en relación con la estética a fin de producir objetos de belleza para ser admirados. Los artistas anónimos fabricaron objetos con una función precisa en sus tribus, para su religión y para la comunidad entera”, añade Javogue al aludir principalmente a la amplia colección de máscaras de China, el Tíbet, Nigeria, Mali y Costa de Marfil.
Son rostros fabricados con cuero, madera y hasta pelo, que tenían relevancia social en tribus que conocemos poco, excepto por su tradición oral y sus ritos. Es una belleza que no quería ser firmada, expresa Javogue: un arte cuya función era portar espíritus de sus pueblos y reflejar épocas pasadas.
“Estas piezas nos acercan a un conocimiento interno de los pueblos. Su estética se relaciona con los dioses; no se dirige solo al artista como individuo, sino a la comunidad entera”, comenta el curador.
Una máscara de la tribu guere, de Costa de Marfil, se hizo con piel, madera, metal e insólitos cartuchos de escopeta. Para Javogue, alude a la colonización francesa de África. No sabemos nada del artista, pero de las máscaras excéntricas de este pueblo extraemos ahora su historia, y así, de cada una.
Para Javogue, francés que reside acá, “Costa Rica también está siendo construida por diversas culturas”. “Podría considerarse un pequeño crisol de diferentes influencias”, explica. Con los contrastes de estas piezas, también se habla de la multiculturalidad en el país.
“Los seres humanos somos más similares de lo que creemos”, afirma Hugo Pineda. Los artistas expresan las mismas emociones aunque parezcan opuestos. Cuando se conversa, se encuentra la diversidad en la unidad.