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Cinismo

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Quien alguna vez afirmó que el inicio de la ciencia ficción latinoamericana se encuentra ya en nuestras tempranas constituciones republicanas, podría haber dicho algo más grave sobre los estatutos -constituciones, en cierto modo- de los partidos políticos costarricenses. En ellos se contemplan los tribunales de conciencia, expresión de una voluntad ética que, a juzgar por lo que hoy escriben los apologistas de la eficiencia electoral -mera capacidad de alcanzar y conservar el poder- y del pragmatismo político, nunca pasó de ser un adorno retórico. Hasta donde recordamos, esos tribunales, cuando funcionaron, sirvieron más para juzgar reales o supuestas desviaciones disciplinarias que para examinar verdaderas transgresiones éticas. No extrañe, pues, que recientemente, cuando un partido político se declaró dispuesto proporcionar asistencia jurídica de oficio a algunos de sus dirigentes en riesgo de ser sometidos a la acción pública con base en posibles delitos electorales, ni por asomo ofreció elevar esos mismos casos a la consideración de un etéreo tribunal de ética.








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