La arcilla se anima entre los dedos y se amolda a las formas que los sentidos del artista eligen. El arte brota hasta fundirse con el barro y acaba iluminado por el fuego, que le da fortaleza. Las memorias de nuestros ancestros esconden su legado precolombino en cada pieza que se exhibe en el primer Abierto Nacional de Cerámica, en la Casa del Cuño.
Sus paredes de cristal –a un costado de la Antigua Aduana– dejan entrever cerca de 140 obras que utilizan los cuatro elementos de la naturaleza –según los griegos– como materia prima. Tierra, agua, fuego y aire transportan al visitante a una Costa Rica anterior a la llegada de los españoles.
Antes de la conquista, la fabricación de objetos de uso cotidiano se realizaba con las manos creadoras. Hoy, tres instituciones pretenden rescatar esta tradición y buscar entre los pliegues de la historia para analizar el estado actual de la cerámica costarricense.
La Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica, el Museo de Arte Costarricense y el Ministerio de Cultura y Juventud convocaron a ceramistas de todo el país a exhibir su obra ante las miradas de nuestro país.
“Con esta muestra damos a conocer la cerámica e invitamos a la población para que conozca mejor este arte”, expresa Ivette Guier Serrano, profesora y coordinadora del Énfasis de Cerámica de la Escuela de Artes Plásticas de la UCR.
Recorrido por la terra nostra . Ochenta y ocho artistas moldean sus creaciones en tornos o a mano; con la ayuda de elementos naturales, incorporando desechos reutilizados, acudiendo al barniz o acrecentando la belleza de la arcilla pura. Las técnicas son diversas, pero el objetivo es similar: malear los componentes hasta consolidar una pieza que transmita el sentir del artista.
“Al MAC le interesa apoyar esta exposición para que la cerámica se vea como una disciplina artística pues es la gran ausente cuando hay exposiciones generales de la historia del arte en Costa Rica”, afirma Ana Luisa Cerdas, investigadora del Museo de Arte Costarricense.
Desde el año 2004 se organizan en nuestro país bienales y exhibiciones colectivas temáticas. La participación de artistas se ha incrementado a lo largo de las cuatro bienales, que se han albergado en di-versas galerías. La oferta de obras es amplia a pesar de que estos certámenes tienen rigurosos estándares de calidad.
“En este Abierto no hubo rechazos de obras; sin embargo, vemos que los participantes se autoexigieron y que la calidad de las piezas es alta”, comenta Ana Luisa Cerdas. “Quisimos hacer un diagnóstico de la cerámica nacional, y, por ello, la convocatoria fue abierta. Este encuentro es la antesala para organizar una exposición de cerámica mesoamericana”, añade.
Raíces en terracota. Utilizar lo nuestro es uno de los principales planteamientos de la muestra. Varias investigaciones han contribuido a la producción de materia prima nacional para que los artistas exploren nuevas posibilidades.
La práctica académica de este arte proviene de Cecilia Fonseca, la primera ceramista consolidada, según Ivette Guier. Fonseca luchó por implantar talleres de cerámica en la UCR, y este empeño fue el inicio de la especialidad, que se estableció en 1970 para fortalecer nuestra herencia ancestral.
Tita Valencia fue también generadora del movimiento ceramista en nuestro país. Su galería Habitarte fue la sede de la I Bienal de Cerámica Nacional.
Hoy son muchas las caras nuevas que se añaden al álbum de ceramistas de Costa Rica: profesores, alumnos y estudiantes graduados de instituciones como la UCR, la UNA y la Casa del Artista exhiben sus trabajos. Extranjeros como Josepha Vermote, de Bélgica, también presentan sus creaciones.
Además, comunidades como San Pablo de Nandayure, Jicaral de Puntarenas y Santa Ana, del oeste de San José, se hacen presentes con obras que se caracterizan por la técnica purista y el rescate de la cultura precolombina.
Domadores de llama y tierra. Experimentados y nuevos exhiben sus obras. El reconocido escultor nacional Edgar Zúñiga se aventura a incursionar en el arte del barro y el fuego: presenta tres esculturas que combinan la cerámica trabajada con la técnica de la terracota (arcilla modelada y endurecida al horno con bajas temperaturas), con otros materiales, como el acero y la madera.
Por su parte, el consolidado caricaturista Francisco Munguía Villalta –quien estudió cerámica– participa con varias obras que utilizan la técnica de la impresión sobre loseta, donde la caricatura está muy presente. Munguía hace parodias e interpretaciones de obras famosas, como El grito , de Edvard Munch.
En su trabajo de graduación, la artista nacional Mirjam Araya trata el tema de la vejez. Ella exhibe dos obras: Vida y Silencio . Ambas se trabajaron con la técnica de las placas (láminas delgadas de arcilla que cubren un molde).
Mirjam visitó asilos de ancianos y estuvo en contacto con ellos. “Fue allí donde descubrió que los ancianos hablan con las manos”, comenta Ivette Guier. Esta obra surge de una experiencia de vida en la búsqueda de una expresión.
María José Salazar ganó la IV Bienal de Cerámica Nacional, del 2010; su obra se expone hoy en la Casa del Cuño. La escultura Perezosos fue hecha con rollos de arcilla y se cocinó en un horno de leña con sales para lograr inimaginables acabados de textura y color que solo la voluntad del horno es capaz de producir.
Ivette Guier trabaja sus creaciones con la técnica de ladrillos, bloques de arcilla frescos y maleables que permiten modelar la obra. Ella retoma el tema de la semilla y el pájaro, que representan el origen de la vida y la muerte y constituyen dos piezas fluidas y maduras.
El Abierto Nacional de Cerámica es un recorrido del estado actual de las obras fundadas con barro y fuego, y es, además, una actividad preparatoria para el Certamen Mesoamericano y del Caribe, que la UCR y el MAC realizarán en nuestro país en el 2012.