Nueva York (AFP) - La apertura del Memorial del 11 de Septiembre en Nueva York, con sus monumentales estanques negros donde el agua fluye de manera permanente, fue la gran novedad para las familias de las víctimas de los ataques de 2001 en este décimo aniversario, marcado como siempre por el dolor, pero esta vez también por algo de alivio.
"Vine en el primer aniversario, el quinto y ahora. No sé si vendré de nuevo. Estoy aquí para ver el memorial, las cascadas", dijo Patti Schwartz, una neoyorquina que el 11 de septiembre perdió a su marido Mark, socorrista.
Es que tras años asistiendo a un lugar más bien siniestro y conocido con el nombre de "Ground Zero" (zona cero) por la desolación que quedó allí luego de los atentados contra las Torres Gemelas, las familias pudieron finalmente encontrar un sitio donde recogerse y recordar a los suyos de manera más adecuada.
Llegaron temprano con pancartas con fotos de sus seres queridos y se situaron frente al escenario para esperar la tradicional ceremonia de homenajes centrada en la lectura de los nombres de las 2.983 víctimas, los discursos de las autoridades empezando por el presidente Barack Obama y el respeto de los minutos de silencio.
Si el día amaneció con cielo azul, de a poco se fue nublando y llegado el primer minuto de silencio a las 8H46 locales (12H46 GMT), el que recuerda cuando uno de los aviones secuestrados se estrelló en la Torre Norte del WTC, el sol se había ido.
"Debra Ann Di Martino, te amamos", "Philip T. Hayes, por siempre en nuestros corazones", se leía en los carteles que asomaban en la marea de gente. Algunos lloraban mientras se leían los nombres de las víctimas.
Fue poco después del segundo minuto de silencio a las 09H03 locales (13H03 GMT) en recuerdo del momento en el que el segundo avión secuestrado se incrustó en la Torre Sur del WTC, que la guardia de honor abrió las puertas del Memorial Plaza, el parque inaugurado para recordar a quienes las muertos en los ataques.
El espacio, donde se han plantado 200 robles, alberga dos simples y bellos estanques oscuros con cascadas en las cuales el agua fluye permanentemente y que están ubicados en el lugar exacto donde se levantaban las Torres Gemelas.
El nombre y apellido de cada muerto está inscripto sobre los brocales de los estanques y por las pantallas gigantes instaladas en el escenario se veía como algunos familiares los acariciaban y otros los besaban.
La mayoría se quedaba con la vista perdida en el agua de los estanques. Rosas y banderas estadounidenses eran las principales ofrendas que dejaba la gente en este lugar, que será abierto al público el lunes.
En lo que puede volverse una tradición, muchos grababan el nombre de su ser querido en el programa oficial que les habían dado las autoridades frotando un crayón sobre el papel.
"Vengo cada año, no me pierdo ningún aniversario. Se va volviendo menos duro, pero nunca es fácil. Ahora, con el memorial, el lugar parece mucho mejor. Es un nuevo paso adelante", afirmó Nancy Novaro, que perdió a su cuñada Catherine Lisa Loguidice, de 30 años.
Nancy, de 52 años y que llevaba una pancarta con una foto de Catherine, no cree sin embargo que el memorial dé vuelta la página al dolor de las familias. "Para nosotros el dolor seguirá ahí. Quizás los nietos puedan dar vuelta la página", señaló.