No importa si es de noche o a media tarde, una tapa, en España, siempre cae bien. Ir de tapas –como se le llama en ese país al deguste de estos aperitivos– ya sea en uno o varios bares en un día, es un sabroso código de identidad entre los españoles.
Pero para disfrutar de esa costumbre, no necesariamente hay que ir a España. Basta con darse una vuelta por Escazú, para dar con Las Tapas de Manuel, un acogedor restaurante en el que se le rinde culto a esta tradición de la comida española, al tiempo que se respira un aire a tablao.
Además de las tapas frías y calientes y su popular paella a la valenciana, el flamenco ha pasado a formar parte de las especialidades de esta casa.
Desde que el restaurante abrió sus puertas –en sus comienzos como un pequeño local ubicado en Moravia– , el grupo costarricense Jaleo se sube al escenario, religiosamente, de jueves a sábado, para deleitar a los comensales con su música y baile flamenco.
No en vano, este restaurante presume de ser de los primeros en traer la vasta cocina española a la mesa de los costarricenses.
Las aceitunas negras a la sevillana –bañadas en aceite de oliva y acompañada de hierbas–; el salami español con pimientos morrones; el
Si de tapas calientes se trata, la especialidad de la casa es La Tapa de Manuel, un bocadillo compuesto por corazones de alcachofas al vino blanco con salami español y los suculentos pimientos morrones.
Si lo suyo son los mariscos, las gambas a la florentina prometen cautivarlo. Son camarones al ajillo acompañados por espinacas y garbanzos.
El cóctel de camarones y el salpicón de pulpo (pulpo en trocitos marinado con hierbas, vinagre balsámico y aceite de oliva) también forma parte de la oferta en mariscos.
Para los amantes del picante, las tradicionales papas bravas –tapas que bien hacen honor a su nombre– lo retan a dejarlo sin aliento.
Frías o calientes, en cualquiera de los casos, la casa recomienda a los comensales optar por una orden surtida de tapas, para no quedarse sin probar de todo un poco, según dijo Noggy Vargas Arcia, gerente del local.
Así que si decide darse una vuelta por el lugar, imperdonable sería que deje de probar las gambas, los callos a la madrileña, las cazuelas surtidas o los montados de jamón serrano a la catalana, estos últimos elaborados con embutidos difíciles de conseguir en el país.
Sin importar cuál sea la tapa de su elección, el pan untado con la típica salsa alioli (aceite y oliva al ajo) tampoco puede faltar.
Una opción para acompañar las tapas es una buena jarra de sangría. Esta bebida tiene vino tinto, manzana y naranja.
Según el restaurante, la sangría tradicional se elabora a base de estas dos frutas, pese a que la gente tiende a agregarle muchas otras.
El restaurante se especializa en este tipo de paella, que se caracteriza por incluir de todo: pollo, cerdo, costilla de res y mariscos, todo sazonado con azafrán.
Según Vargas, para poner una paella fresca sobre la mesa, los chefs tardan en su preparación unos 45 minutos. Ellos aseguran que ese es el tiempo que se tarda para que se fundan todos los sabores.
Para disfrutar de este platillo españolísimo, usted debe asegurarse de pedirlo antes. De esta forma, cuando llegue, lo tendrán recién hecho; o bien, puede darse una vuelta el domingo, a partir de la 1 p. m., y aprovechar la tarde de paellas.
El lugar también ofrece otros platos mediterráneos, como mariscos y pastas.
En sopas, puede escoger entre el gazpacho andaluz (sopa fría, hecha de tomate y pepino), la sopa de cebolla gratinada y el bisque de camarón.
Para terminar este recorrido por la gastronomía española puede optar por endulzarse el paladar con una crema catalana, un