Problemas con la s Este abastecedor se ubica en el Cerrode La Muerte. La confusión con las letras s y c es muy común en Costa Rica. Alejandro Arley.
“Tenemos ricos pejeballes con mallonesa”, “Acemos estensiones”, “Se necesitan albitros”, “Servisio a domisilio”... Por ignorancia o pereza algunos de los rótulos comerciales que se colocan en locales del país comparten un elemento: los errores ortográficos.
Basta con una caminata por los pueblos de cualquier provincia para darse cuenta de que, en letreros y marquesinas, es común encontrarse con un mal uso de las mayúsculas, palabras sin tilde y el empleo incorrecto de letras como “z”, “b”, “v”, “y” o “h”.
“Hay dos tipos de faltas en los rótulos, el más común es el error típico de alguien que escribe mal por escasa o nula escolaridad o por descuido; el otro es el error que se hace deliberadamente, donde se escribe un elemento distorsionador que puede confundir”, explica Fernando Durán Ayanegui, de la Academia Costarricense de la Lengua.
“En unas fiestas de Zapote, por ejemplo, me encontré un letrero hecho con prisa que decía ‘Carniala ebria’. Me acerqué y les pregunté qué era aquello y me respondieron que habían querido poner ‘Carne a la hebrea’”, agregó Durán.
Para el exrector de la UCR, no existe un estado lamentable de la ortografía en la población y, más bien, es por eso que la gente descubre los errores en la calle.
“No me parece que uno deba sentir verguenza de decirle amablemente a los dueños del local que hay un error en su letrero para que lo corrijan”, aconseja.
A mediados del 2009, el estudiante cartaginés José Pablo Quirós Calderón se unió al movimiento internacional Acentos perdidos, y decidió echar a andar en Costa Rica una cruzada para corregir las palabras que se encontraban mal escritas por las calles. Con algo de buen humor, Quirós siguió el patrón de sus “colegas” en el mundo y se dedicó a pegar en los letreros mal escritos tildes hechas de papel, donde además explicaba la regla violada.
“El proyecto se mantuvo durante casi un año, fue bien aceptado, pegamos decenas de tildes e incluso unos estudiantes de la Ulacit realizaron una ‘tildetón’ por San José. Por motivos económicos y de tiempo tuvimos que dejarlo”, cuenta el brumoso, de 21 años.
Santiago Rosero, periodista ecuatoriano que vivió en Costa Rica, también decidió llevar el movimiento a la capital de su país. Tal proyecto, que en sus inicios solo pretendía corregir la falta de tildes, evolucionó en una lucha contra el mal uso de ciertas letras. “No importa el país, ese es el espíritu: participar por compartir el interés y la convicción de que el lenguaje debe ser expresado correctamente”, sentenció.