Como un pequeño equipo de futbol en sus primeros partidos del campeonato, el Gobierno ha debido aceptar que su estrategia es aún borrosa y que, por tanto, las posibilidades de salir airoso dependen del puro esfuerzo y del talento de las individualidades.
Es la presidenta Laura Chinchilla, la capitana del equipo y la más carismática ante el público, quien lleva al grupo sobre sus espaldas, con más instinto que cálculo. Lo hace mientras tenga suficiente oxígeno y apoyo popular.
No le queda otra opción a la Presidenta. A falta de estrategas, con un gabinete de poco kilometraje político y con un entorno de poder agitado, la mandataria hipoteca su imagen propia y el liderazgo que tres de cada cuatro costarricenses le atribuye, según las encuestas.
Por eso es ella quien habla por ella; nadie lo hace en su nombre. Carece de voceros, y su ministro de la Presidencia, Marco Vargas, prefiere alejarse de los micrófonos después de afrontar, en el arranque, objeciones de propios y extraños, así como un choque con su antecesor, Rodrigo Arias, hombre fuerte en Liberación Nacional.
Chinchilla tampoco cuenta con asesoría en camerinos. La politóloga Florisabel Rodríguez, consejera
Lo reconoce Rodríguez, ministra de Información entre 1994 y 1998, quien admite la explotación de la imagen de la Presidenta. “La gente la siente muy cercana. Eso ayuda para este período, mientras se desarrollan estrategias y técnicas”, dijo este viernes.
La propia Chinchilla ha reconocido deficiencias en la comunicación, pero la falta de asesoría y estrategia política es generalizada. Aparte de Vargas, con quien Chinchilla habla a cada rato, los consejos vienen de los dos vicepresidentes, Alfio Piva y Luis Liberman, novatos en las artes políticas.
“Se labora con lo que se tiene. A falta de un grupo que trabaje en imagen, lo que recibe se puede ver más bien como colaboraciones que se suman a la intuición de ella. La Presidenta escucha a algunas personas, pero es bastante autónoma”, describió Emma Lizano, directora de la Oficina de Prensa, quien la conoce de tiempo atrás.
Fuera de Zapote y también de manera más casual que sistemáticas, Chinchilla recibe consejería política de su hermano Adrián, del economista Eduardo Lizano y del empresario Carlos Espinach, nombres que admitió Marco Vargas.
Además, contaba con una Ministra de Comunicación que actuaba de vocera, era mayor el relieve de los dos viceministros de la Presidencia, y el propio Vargas fungía como ministro de Coordinación, con oficina en Zapote.
Dentro de esa estructura formal, había un equipo político que analizaba estrategia, reforzaba lazos con sectores y, sobre todo, operaba las directrices que caían desde la parte alta de un sistema vertical, como reconoció Roberto Gallardo, exministro de Planificación.
Chinchilla prometió continuidad, pero por lo visto no se refería al estilo de gobernar. Ella prometió y aplicó un sistema más basado en el equipo, con más diálogo y menos dictados. Marco Vargas lo advirtió a manera de crítica velada desde que Chinchilla lo nombró ministro: “Las decisiones no deben pasar solo por un escritorio”.
El problema es que ahora, igual, la mayoría de decisiones pasa por un escritorio, el de Chinchilla, como dio a entender Emma Lizano.
La Presidenta lo confirma. “Soy una persona a la que le gusta supervisar y dar seguimiento a los temas prioritarios y procuro que nada se pegue en mi escritorio. Para eso trabajo la jornada diaria que sea necesaria con tal de que al final del día mi escritorio quede limpio. Le diría que de mi despacho salen de manera diaria un promedio de 30 respuestas a cartas y se firman cerca de 250 resoluciones”. Así respondió cuando se le preguntó si es acaparadora en el ejercicio del poder.
Para el analista político Carlos Sojo, es notable el nuevo estilo de gestión política, “más democrático y menos monárquico; pero un modelo negociador y horizontal requiere destrezas específicas para gerenciarlo: quizá estas falten”, advirtió en alusión al Ejecutivo, pero también a los diputados.
En Zapote son conscientes de la carencia; por esto preparan planes presupuestarios y de organización: para evitar que la imagen del equipo siga dependiendo de su jugadora número 10.