Hace medio siglo, cuando usted hablaba de desarrollo de los bosques tropicales, nadie dudaba de que se refería a cómo transformarlos para la producción ganadera y agropecuaria.
Nadie, excepto un puñado de científicos que tenía claro el valor de los bosques por sí mismos, y decidieron fundar un centro de investigación y tomar acciones para la conservación.
Así nació, en 1962, el Centro Científico Tropical (CCT), la primera organización no gubernamental (ONG) dedicada al estudio de la biodiversidad.
Según explicó Olivier Chassot, actual gerente del CCT, su llegada ayudó a transformar la visión del valor de los bosques y a profundizar en su conocimiento.
Por ejemplo, su creación ayudó a que el estadounidense Leslie Holdridge perfeccionara su sistema de clasificación de zonas de vida, el cual se utiliza en muchos países, principalmente tropicales y europeos.
Para Chassot, el origen de lo que hoy comprendemos como estudios de impacto ambiental, también tiene parte de su fundamento en el trabajo del CCT en la década de los 60 y los 70, cuando miembros de la organización analizaron el impacto de la expansión de la ganadería y la colonización de la frontera agrícola.
Lo mismo sucede con la creación de las áreas protegidas de Costa Rica, concepto desde el cual el CCT dio la vida a la Estación Biológica La Selva y la Estación Biológica Palo Verde, reservas biológicas privadas más antiguas que nuestros parques nacionales.
El primero es el programa de investigación y conservación de la lapa verde, que se desarrolla en la región de San Carlos y Sarapiquí, y ayuda a proteger esta ave en peligro de extinción.
El segundo se relaciona con el cambio climático y su impacto sobre el bosque lluvioso.
Para el análisis y seguimiento de este tema, se apoyan mucho en las investigaciones realizadas en su reserva privada de Monteverde, donde incluso se logró detectar la extinción del sapo dorado por el aumento de las temperaturas.
En la actualidad, son 50 científicos los miembros asociados del CCT, cuya sede se localiza en San Pedro de Montes de Oca, donde existe una biblioteca especializada en temas ambientales y agroforestales, con un total de más de 3.000 documentos.