Se le conoce como “él hombre más ocupado del espectáculo”, pero a estas alturas habría que agregar que también es uno de los más poderosos.
Su estatura ha sido objeto de burlas por parte de sus compañeros, pero, con 1.71 m. Seacrest, de 37 años, ha dejado patente que tiene lo necesario para reinar en la televisión estadounidense.
Ya sea desde su puesto en el canal de espectáculos en E!, como conductor del programa más visto en EE.UU., American Idol , o sus intervenciones en la alfombra roja, el rubio presentador suele tener las exclusivas que todos buscan.
La semana pasada (19 de julio) el presentador ratificó su buen momento al obtener una nominación al Emmy por su papel como anfitrión de American Idol , mientras que el programa en sí fue ignorado por completo en las postulaciones.
Su dominio mediático se amplió a la radio con su programa On Air with Ryan Seacrest , el cual también es el número uno en su clase y al que las estrellas del cine, la música y la farándula suelen llamar para hablar de los temas del momento y de los que por lo general rehúyen.
Así se trate de las hermanas Kardashian, Brad Pitt, Angelina Jolie o los de la banda No Doubt, que le concedieron la primera entrevista tras 11 años de ausencia, a Ryan no hay quien se le resista.
Pocos entienden cómo se las arregla para salir avante, sin abrumarse, en vista del calibre de sus muchas ocupaciones, pero Seacrest logra repartir su día entre los siete trabajos que tiene y de alguna forma consigue cumplir con todos. “Al principio era un reto tratar de ver cómo lo lograba y además existir como ser humano, pero ahora ya estoy en una zona más cómoda”, le dijo el presentador a Oprah Winfrey durante una entrevista.
Todos quieren con él
Su influencia es innegable e incluso en el 2008 formó parte de la lista de los 22 pensadores que le dan forma al mundo, publicado por la revista Details . Aunque Seacrest se autodenominó como un simple proveedor de contenido, la revista lo nombró como el nuevo rey de todos los medios.
No en vano, durante la alfombra roja de los premios Óscar de este año, de todas las personas presentes en el lugar antes de la ceremonia, el comediante Sacha Baron Cohen, en su papel de El dictador , escogió a Seacrest para derramarle sobre su tuxedo las falsas cenizas del fallecido líder norcoreano, Kim Jong-il.
La conmoción fue tal, y en medio de los más brillantes astros del cine, que su compañera de pantalla, Giuliana Rancic no pudo evitar decir: “Me muero de la envidia, qué suerte haber sido el elegido”.
De hecho, el incidente dominó las redes sociales y la foto del momento amenazó con eclipsar a algunos de los triunfadores de una estatuilla. Sin quererlo, Seacrest se convirtió en uno de los grandes ganadores de la noche.
“No me lo esperaba pero tampoco me sorprendió”, confesó el presentador en su programa de radio al día siguiente. Seacrest aseguró que nada fue planeado y que logró salir del apuro porque siempre acostumbra tener otro saco disponible por consejo de su madre.
Niño dorado
En Nochebuena de 1974, el mejor regalo para su madre Connie fue la llegada del pequeño Ryan, quien nació en Atlanta, Georgia, en el seno de una familia de clase media.
Desde muy temprana edad mostró interés en la radio, tenía sus propio equipo y armaba sus shows con sus casetes en su cuarto. En lugar de jugar con carros y muñecos, Ryan hacía sus propios programas para entretener a la familia en casa.
Cuando cumplió 16 años obtuvo una oportunidad haciendo una práctica profesional en una radio de Atlanta: su sueño empezaba a tomar forma.
No obstante, decidió entrar a la Universidad de Georgia para estudiar periodismo y ahí llamó la atención de ejecutivos del canal ESPN, que lo contrataron para ser el anfitrión de un programa de juegos deportivos durante los fines de semana, según la revista People .
En 1994 Ryan decidió jugarse el todo por el todo, dejó la Universidad y se mudó a Los Ángeles. Al igual que él, miles de jóvenes viajan a ese lugar cada año con la esperanza de alcanzar la fama. La diferencia con muchos fue que Seacrest topó con suerte desde el principio.
Una vez más la radio fue la que le abrió las puertas al obtener un espacio en una radio local, el que se convirtió en un éxito y le permitió mostrar su arrasadora personalidad para dar el salto a la televisión, donde se inició al presentar programas como Click , Gladiators 2000 y Wild Animals Games .
En el 2002, Fox lanzó un nuevo proyecto televisivo para jóvenes aspirantes a convertirse en estrellas de la música y contrató a Seacrest como uno de los anfitriones. Ese proyecto es por supuesto American Idol , que lleva ya 11 temporadas y se prepara para la próxima en medio de la desbandada de sus jueces.
Aquí consiguió el reconocimiento internacional que se imaginó de niño. Al año siguiente, se coló en la lista de las 50 personas más bellas, elección que lo ubicó junto a grandes estrellas en la lista.
También se colocó como un símbolo de los metrosexuales, ya que siempre anda bien vestido, con su cabello perfecto y con las mejores marcas. Asegura que le encanta irse de compras y no tiene miedo de lo que piensen por ello.
Para terminar de convertirse en una especie de ser omnipresente en el mundo del espectáculo, Seacrest fue invitado a formar parte del especial de Año Nuevo, al lado del legendario Dick Clark, fallecido este año, y del que muchos consideran a Ryan su sucesor natural. También firmó un millonario contrato con el Canal E! en el 2006.
Corazón ocupado
Desde el 2010, el famoso animador tiene una relación con la actriz, cantante y bailarina Julianne Hough, a quien le lleva 14 años. La hermosa joven le dijo a la revista Parade que se siente afortunada de tenerlo en su vida. “Me siento bendecida y no doy las cosas por sentado”, aseguró Hough, quien recién cumplió 24 años el 20 de julio.
Se conocieron durante una entrevista en el programa de radio de Seacrest al que ella llegó con fines promocionales: fue amor a primera vista. Anteriormente se le vinculó con otras actrices como Teri Hatcher y Shana Wall. Por lo visto, en medio de su agitada vida, siempre encuentra un tiempo para el amor.
A pesar del perfil de conciliador que tiene Seacrest, al moverse en un mundo tan expuesto ha tenido sus tropiezos. Uno de los más sonados ocurrió en febrero, cuando Ryan quiso alabar al actor mexicano Demian Bichir por su nominación al Óscar. “Bichir se mudó de México donde hacía guacamole y ahora está nominado al Oscar #inspirador” fue el post en Twitter que le costó un enorme aluvión de críticas y aclaraciones en el sentido de que Demian es y era un actor de mucha importancia en México.
En ese momento hasta el afamado actor mexicano Diego Luna se fue en contra de Ryan, lo tildó de “ignorante” y dijo que alguien debía quitarle el micrófono de la mano. El escándalo quedó ahí porque, por lo visto, Ryan Seacrest no solo sabe cuando hablar, sino también cuando callar y, en este caso, le puso punto final a las críticas con una sencilla fórmula: guardó silencio. 1